lunes, 30 de abril de 2012

La aventura de la Manilla

Por favor, si alguien tiene el mail de Indiana Jones, que me lo pase. Desde que me instalé en mi piso tengo un problema: la ventana del cuarto de baño no tiene manilla que la abra o la cierre. Vivo sin vivir en mí, con un excusado ya hiperventilado, ya cerrado a cal y canto, dependiendo de la estación. Y claro, en Libia, las cosas de palacio, de piso, de choza, de lo que sea, van despacio.


domingo, 29 de abril de 2012

Hamza y la teoría de la evolución


Me estaba explicando Hamza que Adán tuvo tres hijos: de uno descienden los árabes y los judíos, de otro los europeos y de otro los negros. Seguimos hablando, y no sé qué le digo que me pregunta: “imagine, where the black bibel (people) come?”. Le digo: “I don’t know, from the monkeys?”. No os hacéis idea del ataque de risa que le dio: “from the monkeys? How from the monkeys?”. Le contesto que todos venimos del mono, y se ríe con más fuerza: “¿del mono? ¿Estás loco? ¿Cómo vamos a venir del mono?”, y yo “pues por la evolución”, y él “¿pero qué evolución?


A ver, Hamza, entonces, ¿cómo fue? ¿Dios creó a Adán y a su mujer, y todos venimos de ahí?”. “¡Pues claro! ¿Cómo si no?”.


jueves, 26 de abril de 2012

Mujeres


Hablar de las mujeres en Libia no resulta fácil. Lo primero, porque apenas hablo con alguna, y lo segundo… bueno, ya veréis.


martes, 24 de abril de 2012

Yo tenía una casa en África


Yo tenía una casa en África, y la casa había que limpiarla. Y entonces descubrí que en Libia no se limpia como en España.


Primera salida de Trípoli


El viernes pasado Hamza me llevó de excursión. El plan era ver un palacete del siglo catapún situado en la costa, y luego ir a comer a Homs, una ciudad que, al parecer, conserva un bonito casco antiguo. Como podéis imaginaros, me puse muy contento, porque como de momento solo libro un día a la semana en el trabajo, y los medios de transporte libios te condenan a tener coche o no viajar, no he tenido (ni tengo) muchas expectativas de conocer otras partes del país; sin embargo, mi alegría fue prematura, ya que no tuve en cuenta el carácter libio, ni las numerosas enseñanzas que en mi tiempo aquí me ha sido dado recibir. El hombre es el único animal que bla, bla, bla.


Not born to be wild


21 de abril

Hamza vendió su vespa hace poco; era vieja, y demasiado pequeña para su gusto. Sin embargo, dice que un verano sin moto no es verano, así que hace unos días se pasó por un taller canijo y rodeado de aguas fecales que tenemos por el barrio, y pidió que le sacaran la moto más gorda que tuvieran. Efectivamente, contaban con un monstruo de 750 c.c., que Hamza se apresuró a adquirir. Ayer me llevó a casa en su nueva maravilla, a la fuerza. Fueron los cinco minutos más terroríficos desde que vivo aquí, y recordad que todas las noches hay disparos y hogueras.


Quemando rueda


9 de abril

El pasado jueves Hamza me llevó a ver una de las principales atracciones de la juventud libia: consiste en ir a un gran aparcamiento cerca de la Plaza de los Mártires (antes Plaza Verde, está en la antigua entrada por mar a la ciudad), y ver cómo la gente hace trompos con el coche. Mientras aparcábamos, Hamza me dijo: “a lot of bad guys. You will like it”.


Harto de barrer


No dudo que vivir cerca del desierto tiene su encanto, y el día que esté en un todo terreno subiendo y bajando dunas, me alegraré mucho de tenerlo al lado; hoy, sin embargo, puedo asegurar que estoy hasta el moño de la arena, y llevo menos de un mes en el piso.

Karlos Hamziñano


17 de abril

Hoy Hamza me propuso hacer cena libia en mi casa. Planazo, como podéis imaginar, así que nos fuimos a hacer la compra al mercado, y luego a cocinar. Un poco por cambiar, y un poco en honor a Amavis, a la que le gusta comer a dos carrillos, haremos una entrada a modo de receta.



De noche mandan las pistolas


12 de abril

Cae la noche sobre Trípoli: farolas que emiten una luz exagerada, hombres fregando la parcela de acera que ocupa su tienda, y disparos. Los disparos son a la noche de Trípoli lo que los ladridos, los camiones de la basura y las motos son a la de España: aparecen cada noche. Aparecen cada noche y molestan, o asustan, o ni siquiera los oyes porque te has acostumbrado.

El actor secundario Abdul


18 de abril

Al poco de llegar aquí conocí a Abdul, pero no ha sido hasta hace unos días que he pasado un tiempo con él. Fue el sábado, cuando Hamza y yo le llamamos para ir a tomar un café, el típico café libio de las nueve de la noche. Hamza le aprecia mucho, y ya me había dicho varias veces que tenía que quedar con él. Desde entonces nos hemos visto casi cada día, y es una de las personas más particulares que he conocido por aquí.

domingo, 15 de abril de 2012

¿Te asusta conducir?


Lo primero, lo primerísimo que el viajero ve con claridad al llegar a Trípoli, lo que antes aporrea el entendimiento, lo único que es imposible no comprender, es que conducir aquí es una pequeña aventura que no está al alcance de todos. El que haya estado en Roma sabrá que allí se manejan los coches de manera distinta, más salvaje de lo que se acostumbra en España. Pues bien, al lado de Trípoli, Roma es un parque de seguridad vial.

viernes, 13 de abril de 2012

Sandstorm


El día precedente a la batalla final por el control de la tierra media, una columna de humo se alzó desde el este, desde las tierras de Mordor donde reinan las sombras, y el humo se extendió por el cielo hasta cubrirlo, y durante tres días no hubo amanecer.

Algo así es una tormenta de arena. Se da cuando sopla el viento desde el desierto, lo cual aquí puede ser desde el este, el oeste o el sur, prácticamente. Comienza como un viento fuerte, un viento parecido al levante, el que te vuelve loco. En un momento dado, el color del aire parece cambiar, es algo muy sutil, y solo se nota de manera animal, sin ser realmente consciente de que algo ya no es como era hace un instante.


Recíclame si puedes


En Marzo de 2012 yo era un hombre relativamente concienciado. No había dejado de viajar en avión, por ejemplo, pero antes habría permitido que me descuartizaran con cuatro caballos de Atila, que ir a comprar sin llevar mis bolsas de tela. Había dejado de comprar yogures, bollería industrial y otra serie de cosas, porque llevan interminables e innecesarios envoltorios de plástico y cartón. Procuraba consumir solo las frutas y verduras de la zona en la que vivía, para evitar así las emisiones de dióxido de carbono que provoca el transporte. Mientras tuve coche, lo conduje poco, y, por supuesto, en mi casa se separaba la basura, con la meticulosidad propia del que separa cabello y piojos en las cabezas de sus adorados hijos.



Por qué no hago fotos


Esta es una entrada ajena al tema del blog. Dado que muchos habéis expresado vuestro deseo de que suba fotos, me parece apropiado dedicarle un momento a explicar mi protocolo de actuación al respecto.

Vaya por delante que habrá fotos, no lo dude nadie, a mí también me gusta verlas y entiendo que a los demás les ocurre igual. Dicho esto, debo decir que hace ya años que decidí hacer ninguna o muy pocas fotos en mis viajes, decisión un poco tonta para algunos, pero que sigo casi a rajatabla. ¿Por qué?

martes, 10 de abril de 2012

Nociones básicas de árabe


El otro día me dieron mi primera lección de árabe. ¿He contratado a un profesor particular? Nop. ¿Voy a alguna academia? Nop. ¿No se os ocurre? Mi primera lección de árabe, como no podía ser de otra manera, me la dio Hamza.

Quedamos en su calle a tomar el té, pero primero pasamos un rato en la tienda de maletas de su amigo Naji; Naji no habla ni papa de inglés, así que me obliga a utilizar el poquísimo árabe que chapurreo, y estaba yo intentando decirle precisamente “yo estaba”, cuando Hamza perdió la paciencia: “do you have a paper?” “Yes” “You come with me”.

lunes, 9 de abril de 2012

Maqueando el piso II


5 de abril

A las cinco de la tarde me encuentro con Mohamed en la entrada de la universidad. El plan del día es comprar una cocina. Subo al taxi, ambos nos encendemos un cigarro, nos preguntamos qué tal, contestamos, y con eso damos por concluida la conversación hasta nueva orden.

A los diez minutos paramos frente a una mezquita. Antes de que pueda preguntar si ahí venden cocinas, Mohamed me dice: “voy a rezar. Espera aquí”. Como en la versión religiosa de una película de gangsters, mantengo el coche en marcha para poner pies en polvorosa tan pronto como el rezo haya concluido.



sábado, 7 de abril de 2012

Maqueando el piso I


4 de abril (tras firmar el contrato de alquiler)

Con las llaves en el bolsillo y la mochila bien aligerada de dinares, corro al encuentro de Mohamed. Mohamed es taxista, y suele trabajar para mi empresa. Es un hombre delgado de unos treinta años, muuuuy tranquilo. Siempre tiene aire de ir hasta arriba de hachís, pero ni sus ojos ni su olor delatan que así sea, más bien creo que la calma le viene de fábrica.

Nos subimos al coche dispuestos a la mayor compra de mi vida: mesa, sillas, armario, lavadora, frigorífico, dos camas y una cocina. Veremos.


Operación kebab


Una entrada pequeñita para hablar de gastronomía y también para ilustrar el carácter de mi amiguete Hamza. El otro día me preguntó: “do you like shawarma?” “Yes” “shawarma no good; I show you good stuff”.

En coche, claro está, fuimos a una zona no muy céntrica de Trípoli, cuyo nombre no consigo retener en la cabeza (cuando lo consiga os informaré), que me gusta bastante, está llena (dentro de lo que significa “lleno” por aquí) de cafés, bares y restaurantes, no hay tantos coches como en el centro, y te puedes sentar en un mirador que da al mar (con una autovía en medio, pero bastante abajo).

Allí estábamos, y nuestro objetivo no era otro que probar el kebab libio, la tabuna. Pan de pita, trozos de carne de pollo o de cordero, rodajas de tomate, lechuga y salsa picante. Contundente, muy bueno, además, la carne sabía a algo, no como pasa muchas veces con este tipo de platos.

Pero me estoy adelantando. A la hora de pedir, hamza me pregunta: “what do you prefer, tabuna or burger?” “I try tabuna, of course” “very well. You get tabuna and burger”.

Así que sí, me zampé ambas cosas como pude y me bebí la consabida cocacola. Así es Hamza, ¿para qué comer uno si puedes comer dos?

miércoles, 4 de abril de 2012

Buscando piso V

Queridos amigos, esta historia se acerca a su desenlace final. O eso espero. Ayer por la mañana, después de que el dueño del piso B llamara diciendo gimme more money, Mustafa se puso en contacto con el dueño del piso A, el enemigo acérrimo de los sodomitas sin dinero, el defensor de la moral libia, el adalid de la familia tradicional. Estuvieron gritándose un buen rato, y oh, sorpresa, resulta que nos alquila el piso al precio original. He estado pensando posibles motivos para su cambio de actitud:


  1. Zapatero le ha llamado para explicarle que los gays también somos personas.
  2. Mustafa le ha asegurado secretamente que será bienvenido en nuestras futuras bacanales.
  3. Le he caído muy bien (esta es la que menos posible me parece)

Fúrbol es fúrbol

Ayer me bajé a una cafetería que hay al lado del piso de mi jefa para ver el Barça-Milán. Es una cafetería como la mayoría de por aquí, un cuartito de, quizá, tres por dos metros, con una barra, un refrigerador lleno de latas de refresco y un par de taburetes; la gente pide y se sale a la puerta con su café. En este local en concreto tienen una tele bastante grande orientada a la calle, y siempre emiten los partidos.

Es gracioso hablar de fútbol con los libios. Aquí nunca han tenido buenos equipos, como por ejemplo los de Egipto, que tiene una liga potente dentro de lo que cabe, y ahora por no tener no tienen ninguno, cosas de la guerra. A lo que voy, como aquí no encuentran un equipo al que aficionarse, pues se buscan uno europeo, generalmente español o italiano, y son seguidores acérrimos. Voy a ilustrarlo narrando el partido de hoy.


martes, 3 de abril de 2012

Buscando piso IV


Today

No os hagáis ilusiones, esta no es una entrada tipo “acabo de firmar el contrato y estoy fumándome una cachimba en mi nueva casa”. En realidad, las cosas han dado un giro bien inesperado, o más bien dos.



domingo, 1 de abril de 2012

Buscando piso III


24 de marzo

La ruptura de las negociaciones entre mi frustrado casero y mi empresa ha desatado una pequeña crisis de gabinete; mi jefa, si bien me acoge con gusto, está acostumbrada a vivir sola y no acaba de agradarle tener a un antígeno como yo rondando por la casa. Yo, por mi parte, estoy deseando tener un sitio mío. Y para todos en general es un engorro ponerse a buscar otra vez, ya que llevar a cabo cualquier empresa, en Libia, cuesta mucho tiempo y paciencia.

Por suerte Mustafa recuerda que hablaron con otra persona a propósito de otro piso, menos céntrico pero más grande y barato. El proceso para concertar una cita, comenzando a eso de las once de la mañana, es más o menos el siguiente:



La granja



22 de marzo

Como muchos ya sabréis, en los países árabes el viernes es como nuestro domingo; esto, aparte de implicar que las tiendas cierran, las calles se vacían, y la gente come paella en casa de los padres (bueno, algo parecido), convierte los jueves noche de aquí en los sábados noche de allí: muchísima gente por la calle, cafés llenos, restaurantes llenos, operación salida hacia los pueblos… un despiporre.

Hoy es jueves, ayer apalabré mi primer piso (je, je, je, amarga risa) y me pasé el día de compras con Hamza; como recordaréis, una de mis adquisiciones fue un supermóvil con acceso a internet, pues bien, a eso de las siete mi nuevo amigo me llama y me dice que vaya a su calle con el teléfono, que me tiene que enseñar cómo funciona. Encantado ante la perspectiva de ver seres humanos fuera del trabajo, vuelo hacia allá.