Cuarenta y cuatro
grados. La máxima que hemos tenido hasta ahora. De noche, la mínima oscila en
torno a los veinticinco. El viento parece haberse olvidado de dónde queda
Trípoli y, cuando se acuerda, viene del desierto, con el aliento oliendo a fuego,
o bien del mar, pegajoso y cansino, y sudamos como caballos. Cuando me fui a
España, tenía la esperanza de que septiembre sería un poco más fresquito, pero
no. El verano libio es largo, y se las trae.
jueves, 27 de septiembre de 2012
Y se fue Markus
En julio, dos días
antes de que yo me fuera de vacaciones a España, Markus se fue a Alemania; la
diferencia entre su vuelo y el mío, es que el suyo era solo de ida.
lunes, 24 de septiembre de 2012
Cuando el pueblo sale a la calle
Hace unos diez días,
un nutrido grupo de personas, muy enfadadas con el dichoso tráiler-film-casting-lo-que-sea
La inocencia de los musulmanes, se acercó hasta las oficinas de la
embajada estadounidense en Bengasi; entre ellos había bastantes extremistas islámicos
que, no contentos con protestar, quemaron lo que pudieron y mataron a cuatro
personas, entre ellas el embajador de Estados Unidos (vale, es una crónica
hecha un poco a la ligera, pero creo que se acerca bastante a lo ocurrido, máxime
cuando nadie parece capaz de describir a ciencia cierta lo ocurrido).
En Europa saltaron
todas las alarmas: el integrismo islámico se expande con más fuerza que la
primavera árabe, con la mezquita hemos topado… yo, que como buen inmigrante en
Libia me hice eco del suceso, también estaba preocupado; sin embargo, albergaba
la esperanza de que viéramos un efecto rebote, de que semejante salvajada
despertara a la gente y al gobierno, y se recondujera la situación por un
camino más productivo.
Pues bien, a lo
mejor hasta tenemos que darle las gracias a los que hicieron la dichosa peli.
viernes, 21 de septiembre de 2012
Ramadaneando III, desenlace
En mi tercer día de
ramadán me tocaba ir a trabajar, así que tomé mi precauciones y me fui a la
cama más temprano, a eso de las tres de la mañana; sin embargo, la cena
absurdamente abundante con la que Hamza nos había deleitado no se dejaba
digerir tan fácilmente, así que me costó mucho rato dormirme, de hecho escuché
la llamada a la primera oración del día, en torno a las cuatro y media, y aún
me dio tiempo a apreciar la claridad del amanecer colándose por mi ventana. Al
final, me dormí.
Obviamente, no escuché
el despertador.
No pasó nada grave,
simplemente falté a mi cita con Maria Valquiria y fui a trabajar en taxi quince
minutos más tarde. Maria Valquiria, como el resto de los robots de alta
generación, tiene un banco de datos en el que se computan las flaquezas y los
sentimientos humanos, de modo que, aunque no los comprende, los conoce; por
otro lado, dado que ella también está ayunando, sabe que estas cosas pasan. O
así lo entiendo yo, de otro modo no me explico cómo es posible que aún siga
vivo.
La clase fue un
esperpento. Todos estábamos somnolientos y con hambre, pero con energía
suficiente para trabajar, así que la cosa iba bien, normal. En un momento dado
se quejaron del ritmo de trabajo, vamos muy rápido, estamos ayunando y
estamos muy cansados. Cuando les comenté que yo también estaba ayunando, y
que llevábamos tan solo dos días en ello, se dejaron de tonterías.
Mientras hacían
ejercicios, yo le daba vueltas a la cabeza: ¿quería seguir con el ramadán? Bien
es cierto que, hasta el momento, no era tan horrible como había pensado: el
hambre no supone un gran problema, la sed, bueno, es llevadera, y lo de no
fumar… vale, eso es un asco, pero no es para tanto. ¿Cuál era mi problema
entonces? No acababa de aclararme.
La cosa es que no
sé hasta qué punto le estoy sacando algún provecho. Sigo las normas, actúo como
ellos, ¿aprendo algo? No me entran más ganas de meditar sobre la vida y sus
vicisitudes, no me siento más cerca de la cultura libia o musulmana, tampoco
más lejos. Se me ha ocurrido que es una buena situación para practicar la
meditación zen, por ejemplo, dado que vivo con el estómago vacío y
muuuuuuuuuucho tiempo libre, pero ¿es mi estado actual de desequilibrio
interior y mono de tabaco el mejor momento para aprender a meditar al estilo
oriental? ¿Sin un maestro que me dé un cachete cuando esté a punto de flaquear?
Si tengo que confiar en Markus para ese menester, no llegaré lejos, ya ha
propuesto un par de veces que nos tomemos alguna libertad…
La clase acabó, y
yo tenía una pesada sensación de acabado, de no me apetece. No paré de pensar
durante todo el trayecto de vuelta a casa. No es que tuviera mucha hambre, ni
demasiada sed, tampoco me apetecía excesivamente fumar, era la idea de no estar
sacando nada en claro, era la perspectiva de otras cinco horas esperando a la
noche, dejando deslizarse los minutos sin ganas ni posibilidad de dedicarlos a
nada, o bien la perspectiva de echarme una mega siesta para anular el día, con
lo cual volvería a trasnochar y volvería a llegar tarde al curro. Y todo eso
sin una familia, un grupo con el que poder compartir la desidia y las ganas de
cenar. Tengo a Markus, pero no solo tiene tantas dudas como yo, sino que se va
mañana a Europa y me deja solo frente al ramadán.
Hice algo de compra
antes de subir a casa. Me entretuve con lo que pude, pensé un poco más. No
acababa de decidirme, pero en algún lugar del interior sabía lo que iba a
pasar.
Finalmente, subí a
casa.
-
¿Has
pecado? - , le pregunto a Markus.
-
Sí,
lo siento.
-
No
pasa nada. Yo voy a pecar también – No le di más vueltas. Me puse un vaso de
pepsi y me encendí un cigarillo. Dos días y medio. Vaya fracaso más
estrepitoso.
Ahora me espera mi
ramadán particular. Voy a comer, a beber y a fumar, pero solo puedo hacerlo en
el búnker de mi piso, alejado del balcón. No es que me vayan a lapidar si me
ven, pero me arriesgo a no tener amiguitos hasta que se les olvide.
Y lo peor… ¿cómo se
lo digo a Hamza?
Al final no hizo
falta. Esa misma noche me mandó un mensaje:
Hi Juan, how are you? How is ramadan? My mother wants
you to have dinner with us tomorrow, ok? Bye.
Es una de las
desventajas del pecado, muchas veces le sigue el arrepentimiento.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Ramadaneando II: trama
El segundo día de
ramadán amanecí a las tres de la tarde, con muchas ganas de fumar y un poco de
sed. Cinco horas delante de mí, y la misma sensación de no querer hacer nada
salvo lo prohibido. Pintaba mal.
viernes, 14 de septiembre de 2012
Personajes de la Calle Blanca: Ahmed
Ahmed no es libio,
es sudanés; tendrá cincuenta años, y es de las personas más simpáticas y
bondadosas que he conocido en mi vida, con un punto de inocencia que, de tan
tierno, da hasta un poco de pena. Hablo con él casi todos los días, ¡me
apetezca o no!, y cada día me sale con algo nuevo.
jueves, 13 de septiembre de 2012
Ramadaneando I, introducción
Jueves. Markus y yo
nos hemos propuesto ayunar como dos musulmanes más. Bueno, no tanto, él se va a
Europa en tres días y yo en siete, pero bueno, algo es algo. Hasta la noche no
sabremos si el ramadán empieza al día siguiente o al otro, así que tomamos precauciones
y nos vamos con el Doctor Ahmed a comernos la pizza más grande y más grasienta
de Trípoli.
A eso de la una
estamos sentados en el balcón de casa, y esperamos noticias del doctor: ¿habrá
que ayunar a partir del amanecer? ¿Tendremos un día más de asueto? También
repasamos si tenemos suficiente comida, agua y leche, lo cual es una pregunta
absurda, ya que cualquier día podremos bajar a la tienda a las tres de la
mañana… suena el móvil. Ambos estamos repletos de anticipación, nerviosos, y…
en efecto: tomorrow, guys, ramadan kareem!
Killing in the name of
Supongo que os
habréis enterado todos: el martes once de septiembre una turba muy enfadada
atacó el consulado de los Estados Unidos en Bengasi, con el resultado de cuatro
estadounidenses muertos, entre ellos el mismísimo embajador. Piedras, pistolas
y fuego, muertes, y todo… ¿por una película?
lunes, 10 de septiembre de 2012
Tabuna
Han pasado meses
desde mi primera tabuna; en este tiempo he comido bastantes más, y me veo
capacitado para explicaros en qué consiste este plato tradicional libio, el
kebab de por aquí.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Ramadán
21 de Julio
Llegó el ramadán.
Como buen libioide, he decidido intentar cumplirlo a rajatabla, intención en la
que, por suerte, Markus me acompaña. Voy a explicaros primero a grandes rasgos
en qué consiste esta hermosa tradición.
El retonno
Queridos
acompañantes, hace unos días volví a Libia. Fue deshacer la maleta y me asaltó
una sensación muy familiar: la de no haberme ido. Me ocurre cada vez que vuelvo
a un lugar, el sitio que acabo de dejar se cubre de niebla, se paraliza en una
foto casi color sepia, y mi cerebro se resetea, se reubica, es como si tuviera
un desfragmentador de contexto.
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