jueves, 14 de febrero de 2013

Gotas caen


En Trípoli he vivido ya las cuatro estaciones y, hasta hace un par de semanas, todas tenían algo en común: la falta de lluvia.

En primavera no llovió ni un solo día, mientras que en verano y en otoño hubo dos o tres tormentas… de cinco minutos.

A mí me encanta la lluvia, así que podéis imaginaros lo contrariado que estaba. A finales de enero, sin embargo, comenzó a llover. Y en serio.
  

miércoles, 13 de febrero de 2013

Cariño, traigo invitados a cenar


La hospitalidad árabe es proverbial, y Libia no hace sino confirmar el tópico. Si un libio os invita a su casa, ya sea para comer, cenar o dormir, durante el tiempo que paséis en su casa seréis los amos del cotarro, y los habitantes del lugar, vuestros sirvientes (o, mejor dicho, sirvientas, ya que el hombre invita y la mujer trabaja).

A grandes rasgos, la invitación a comer suele transcurrir así: uno se descalza en la puerta y es conducido al salón, toma asiento, y se cierra la puerta; al poco rato, alguien llamará, el anfitrión saldrá, y reaparecerá portando mágicamente una bandeja con dulces, frutas, té, leche, dátiles, cualquier tipo de aperitivo. Tras pasar algo más de tiempo, llamarán nuevamente a la puerta, indicando que podemos salir al comedor.

Al entrar a la casa ya estuvimos en el comedor, y su mesa (o alfombra) estaba vacía, pero ahora está repleta de comida y bebida; damos buena cuenta de lo que las mujeres de la casa han preparado, y volvemos a la sala de estar, cuya puerta cerraremos, y esperaremos pacientemente a que una mano invisible llame, anunciando la llegada del postre, generalmente fruta.

Tras un rato de charla, nos retiramos educadamente, y podremos apreciar que la mesa (o alfombra) del comedor vuelve a estar despejada, como si nada hubiera pasado. Uno se pregunta si los libios conviven con mujeres o con elfos domésticos.

Todo esto está muy bien, pero ¿qué pasa si se da la situación contraria? ¿Qué ocurre cuando el europeo es anfitrión, y los libios invitados?

Hace un par de días tuve ocasión de comprobarlo, ya que invité a cenar a mis amigos Ghaleb, Ahmed, Mohamed y Karím.
  

martes, 12 de febrero de 2013

Magarief y la empanadilla


Esta es la primera crónica que escribo cien por cien de oídas, me he enterado por los periódicos y por Rudolf, que estaba allí. Os aseguro que lamento vivamente no haberlo presenciado, porque tuvo que ser de bandera.

Me queda, cómo no, el consuelo de poder reproduciros la historia. Os pongo en situación:
  

domingo, 10 de febrero de 2013

Maqueando el piso V



Queridas amigas, queridos amigos, os damos la bienvenida una semana más a esta vuestra revista Salam Aleikum, la publicación que os muestra la vida de los famosos (libios).

Hoy es un día muy especial, ya que Lorenzo Pardo nos ha abierto las puertas de su nueva casa en el centro de Trípoli. Os invitamos a recorrerla con nosotros, y a no perderos nuestro reportaje en la página 62: Hamza y Maria Valquiria, ¿montaje o planes de boda?

sábado, 9 de febrero de 2013

El Compañero Misterioso


En unos días llega un nuevo personaje, una especie de Markus Reloaded, es decir, será mi compañero de piso y de trabajo.

Sé poco de él: tiene unos cincuenta, es alemán, y lleva tres años viviendo en un país cuyo nombre termina en tán y no empieza por Afgani ni por Españis.

Tengo ganas de que llegue, para quitarme la intriga; al fin y al cabo, pasaré con él un montón de horas, y espero que sea majete. Ya os iré contando.

martes, 5 de febrero de 2013

Centro Juvenil de Libia


26 de enero de 2013

Hoy ha sido la jornada de puertas abiertas en el Centro Juvenil de Libia, y he salido de ella muy impresionado. Impresionado por el trabajo que allí se hace, impresionado por la afluencia de gente, impresionado porque un lugar semejante pueda existir en este país, impresionado por el valor de los chavales y de las mujeres que lo llevan. Bajo el título ¿Quién soy? ¿Qué es lo que quiero?, directoras y chavales nos enseñaron qué es lo que hacen allí.

lunes, 4 de febrero de 2013

La tríada gastronómica I


1 de marzo

Hoy he vivido el primero de una serie de tres encuentros con un único objetivo: determinar cuál es el plato típico más sabroso de Libia. Los instigadores de semejante competición, en la que yo soy el improvisado árbitro, se llaman Abdulsalam, Abubaker y Hisham, y los tres son alumnos míos.

domingo, 3 de febrero de 2013

Maqueando el piso IV


La mañana de autos me levanté a las siete de la mañana, media hora antes de la cita acordada con Haiter. Seguro como estaba de que este llegaría como pronto a eso de las ocho (Libia y los horarios, ya sabéis), me fui a desayunar al bar de abajo.

El desayuno tradicional de los bares libios consiste en lo siguiente: café, zumo de naranja o batido de frutas (fresa, mango o plátano), y como plato fuerte bien croissant con chocolate, miel y almendras, o bien sándwich de queso o atún; yo suelo decantarme por el croissant, que aquí llaman biriosh (brioche, se entiende).

Estaba apurándome el café cuando Haiter llamó, a eso de las 7:35, y no llamó antes porque no le daban la furgoneta. Piensa mal y fallarás.

sábado, 2 de febrero de 2013

Maqueando el piso III


¿Cuánto tarda uno en cambiarse de piso? No hay estudios al respecto, pero la experiencia me dice que una mañana suele bastar; sin embargo, en Libia todo lleva un ritmo diferente, y el país no pierde ocasión de recordarme que mi vida no es ni de lejos el producto de mis decisiones, sino de todo lo que hay a mi alrededor.

Fue por eso que, aunque el glorioso día de mi (in’shallah) última mudanza libia cayó en sábado, el proceso se remonta al jueves anterior.