5 de abril
A las cinco de la
tarde me encuentro con Mohamed en la entrada de la universidad. El plan del día
es comprar una cocina. Subo al taxi, ambos nos encendemos un cigarro, nos
preguntamos qué tal, contestamos, y con eso damos por concluida la conversación
hasta nueva orden.
A los diez minutos
paramos frente a una mezquita. Antes de que pueda preguntar si ahí venden
cocinas, Mohamed me dice: “voy a rezar. Espera aquí”. Como en la versión
religiosa de una película de gangsters, mantengo el coche en marcha para poner
pies en polvorosa tan pronto como el rezo haya concluido.
A los diez minutos
vuelve y nos dirigimos a la zona de segunda mano, ya que Amin me había llamado
por la mañana para decirme que me había conseguido una cocina de segunda mano.
Cuando llegamos, le pillamos durmiendo como un bebé en el sofá de su tienda.
Hacemos ruido disimuladamente, se despierta y muy contento nos enseña el trasto:
no está muy mal, pero vale doscientos dinares, y Mohamed dice que por lo mismo
podemos comprar una nueva.
Vamos a mirar y
efectivamente, por un par de dinares más te venden una cocina nuevecita,
tecnología punta turca. Esta vez, el transporte no lo hace un policía, sino un
señor bizco de unos sesenta años.
Tras dejar la
cocina en casa, se impone buscar una bombona de butano; esto se hace de la
siguiente manera, lo primero es comprarte una bombona vacía, algo que puedes
hacer en cualquier parte de la ciudad, y cuando lo has conseguido, vas a
la zona del butano, un par de calles muy apartadas y amplias donde todo el
mundo se dedica a eso.
La bombona la
buscamos en el mercadillo más cochambroso de la historia de los mercadillos.
Está junto a las ruinas de una enorme muralla, que en otro tiempo rodeó la
ciudad vieja, y se compone de unos cien puestos, algunos de ellos son las
típicas mesas plegables, pero la mayoría son un montón de trastos de toda
condición, tirados de cualquier manera sobre el mismo suelo, ni manta tienen la
mayoría; dado que el firme no es firme, sino tierra, socavones, resto de
cemento y tocones de árboles, caminar entre los stands es bastante
lamentable.
Vemos varias
bombonas, alguna de ellas con abolladuras hasta en las abolladuras, otras con
mejor pinta. Al final compramos una por ciento veinte dinares, y nos vamos a
llenarla.
Cuando llegamos, el
llenabombonas se niega a atendernos; dice que es una bombona china que
explota con facilidad, y que ni le apetece arriesgarse, ni le apetece que luego
me explote en mi casa, “yo con eso no trabajo”. Ante esto volvemos al
mercadillo, Mohamed diciendo “thieves!” cada pocos minutos. Es mi primer timo,
y me alegro de no haber elegido yo la bombona, sino un nativo. A saber con qué
me timarán a mí.
Una vez allí
descubro que no ha habido tal engaño, las caras que ponen los del puesto son de
una sorpresa demasiado genuina. Sin discutir nos devuelven el dinero y nos
vamos. Compramos otra bombona. La llenamos.
Después compramos
menaje en una tienda que parece europea, hacemos copias de una llave, por el
camino Mohamed para en otra mezquita a rezar… a eso de las ocho me quedo solo
en mi flamante piso, las adquisiciones y mis dos mochila esparcidas por el
suelo. Me siento en una de las sillas y me fumo un cigarro. Pienso en qué
cuarto me voy a instalar. Tengo ganas hasta de limpiar. Qué grande es tener casa.
Así que ya puedo
recibir visitas. Libya calling!
P.D: mi barrio se
llama Belher, así que voy a hacerme llamar El Príncipe, y pienso saludar a todo
el mundo con un garboso “¡qué passsssa Jazz!”
me encanta eso del principe de Belher, hasta cambiaria el titulo del blog!!!!
ResponderEliminarey!! te seguimos desde una terracita de Terrassa. Con un vinito blanco y unas gambas rojas (con perdon). no dejes de escribir, es una ventana a otro mundo...tu mundo que de momento no parece ser tuyo ¿algun dia lo sera? mi querido Yahya Ben Al-Mansha.
ResponderEliminarNo sería mala idea, quizás cuando encuentre súbditos... y sí, no me habléis mucho de vino, que eso sí se echa en falta, descorchar algo para inaugurar el piso!
ResponderEliminarOs saludo fuerte mientras escucho la llamada de la mezquita de mi calle!
No sabes lo bien que lo paso con tus historias. Me recuerda la huerta por la noche contando chistes y me parto. Sigue que espero la crónica con verdadero entusiasmo. Soy tu fan número uno. un besazo. Jota
ResponderEliminarMe alegro harto, la verdad es que mi intención no es otra, aparte de hacerme rico y famoso cuando funde el facebook libio. Besazo para ti también, cheica!
ResponderEliminarMe encanta! Me sumo a los demás amigos y te felicito por tu blog super entretenido. Da gusto leerte! Jajaja... hasta pronto mi principe en Belher. Katxiri
ResponderEliminarjeje, me alegro de que te guste. Estoy trabajando en nuevas entradas, con documentacion fresquita y nuevas historias de las muchas que ofrece este sitio tan curioso.
ResponderEliminarLet´s my people go!!!
ResponderEliminarKubrick