Today
No os hagáis ilusiones, esta no es una entrada tipo “acabo
de firmar el contrato y estoy fumándome una cachimba en mi nueva casa”. En
realidad, las cosas han dado un giro bien inesperado, o más bien dos.
Mi jefa me comunicó esta mañana que en lugar de ir a
trabajar a las nueve, como viene siendo lo habitual, teníamos una cita a las
diez para ver el piso, acabar de concretar los términos, y concertar una nueva
cita, esta para mañana, con idea de firmar el contrato. Me puse muy contento,
como podéis imaginar, pero lo de ir al piso me extrañó: ¿para qué, si ya
sabemos lo hecho polvo que está?
Se lo comento, y me dice, tachán tachán, que seguramente sea
ELLA la que alquile el piso; mi cara, obviamente, un poema; resulta que había
estado pensándolo, el piso en cuestión, si nos lo imaginamos arreglado, es
mucho mejor que el suyo, así que se ha planteado mudarse allí, dejándome a mí
su antiguo piso (en el que vive y en el que llevo parasitando un par de
semanas).
Cambio total de planes, si las cosas van por ese camino,
estoy de ocupa en mi propia casa, o algo así.
El caso es que vamos para allá, subimos, y entonces la
genética alemana más estereotipada sale a relucir; toda una vivencia
antropológica ver a mi jefa analizando cada centímetro del piso, tomando notas
de todas las reparaciones/remodelaciones/eceteraciones que se le van
ocurriendo, cómo cuenta las baldosas para averiguar los metros cuadrados de los
que hablamos, cómo pregunta, pide, analiza, cuantifica el apartamento. Donde
los demás vemos suelo, techo y paredes, ella ve el lenguaje verde chillón de
Matrix, donde vemos lo que hay, ella ve lo que podría haber, donde vemos el
presente, ella imagina el futuro.
En fin, que da la brasa todo lo que puede, hasta quedar
satisfecha. Nos vamos. Discutimos el asunto ante dos cafés y una cachimba (aquí
la llaman shisha, también narguile, pero eso más para los turistas). No está
del todo convencida, porque lo que hay que reparar, sumado a lo que ella
querría cambiar, es mucho dinero, pero claro, en un piso tan grande podría
hacer tantas cosas… yo me voy al trabajo con la impresión de que va a ir a por
ello, y me parece estupendo, su piso es más céntrico.
Aquí debería cortar la entrada y emplazaros al próximo
capítulo…
… pero no, porque una hora después llamó el dueño del piso
diciendo que quieren más dinero por el alquiler. Game over. Fin de la historia.
Así que vuelta a empezar, otra vez como al principio,
compuesto y sin casa, un alma libre condenada a no tener llaves. Pero todo se
andará, no se tomó Trípoli en una hora.
Hector, no te preocupes, al final encontraras tu morada. Piensa en positivo, te estas ahorrando unas pelillas, no curras mucho y cuanto más tiempo estés buscando casa, a más posibles caseros conocerás y más calles y más cafes y más....
ResponderEliminarLa Parda Anónima
Es una buena forma de verlo; menos mal que bares, lo que se dice bares no hay, porque habrían caído demasiadas cañas de esperar al casero y de lamentar las decepciones.
EliminarÁnimo, pronto se darán las cosas, ya verás. eEstoy de acuerdo con La Parda Anónima. Así conocerás más de la gente, de las calles, en fin, de la idiosincrasia de esta cultura tan desconocida...
ResponderEliminarEl chasco que se llevó también tu jefa. Debería saber, que nunca hay que mostrar demasiado interés. Katxiri