martes, 30 de octubre de 2012

Manejando los votos


Todo el universo mundo pensaba que en Libia se impondría un gobierno islamista: lo creían los expertos, los aficionados, y lo creía yo mismo. Al fin y al cabo, la sociedad libia es conservadora en extremo (siempre generalizando), y la palabra secularización se usa como un insulto entre los políticos de aquí. Pues bien, como suele pasar a veces (si es que algo puede soler pasar a veces), el pueblo dio la sorpresa.

Buscando piso VII


Ahí seguimos, mis dear acompañantes, dale que te pego buscando un hogar. He visto unos cuantos pisos más, sobre todo gracias a que voy asumiendo mejor los métodos de búsqueda libios, es decir, le pregunto a todo quisqui si sabe de algún piso en alquiler; sin embargo, la historia más simpática no se la debo a mi recién estrenada pericia, sino, cómo no, a Hamza.

Que me se saltan las lágrimas


Anoche, yendo con sandalias, me dio algo de frío en los pies. Hoy me he puesto camisa de manga larga, y hasta han caído cuatro gotas.

Ha refrescao, ¡li-hamduli-allah!

jueves, 18 de octubre de 2012

Desencanto mundial


Todo lo que pasa, por el hecho de pasar,
ya merece algo de respeto.

 Fortunata y Jacinta,  Benito Pérez Galdós.


Empecé a pensar en esto observando a las mujeres, analizando lo que siento cuando las veo. Me las cruzo por la calle, en la universidad, en el mercado, meneando salerosas las caderas entre las muchas capas de ropa, charrando por el móvil o con sus acompañantas, adornando con un maquillaje excesivo su rostro enmarcado por el hiyab… o las veo solas, meditabundas, comparando precios, o las veo viejas, viviendo al día, esperando ya nada, disfrutando del respeto intocable que, en este mundo al menos, es una ventaja que viene aparejada a la vejez.


Vota, Pueblo, Vota II


El día de las elecciones, Markus y yo despertamos muy alborotados, y es que asistir a los primeros comicios libres en la historia de un país no es algo que ocurra muy a menudo (en rigor debo decir que tuvieron otros hace unas cuantas décadas, pero vamos, para la mayoría del pueblo eso es historia antigua). Desayunamos en el balcón y salimos a la calle.

En la Calle Blanca, la verdad, no se notaba ningún ambiente especial, era un sábado cualquiera. Estábamos a unos treinta y ocho grados, humedad del sudasinparar%, el tostadero de café perfumándolo todo, mi barbero afeitando a la gente, las manos con su tradicional vaso de café… no sé qué esperábamos encontrar un sábado de julio a las diez de la mañana, pero no era aquello.

El café, ¿cómo lo quiere?


Siempre he pensado, y de hecho creo que con razón, que en los países árabes se bebe más té que café; en Libia, debido sobre todo a la ocupación italiana, esa tendencia se invierte, y se toma mucho más café que té, lo cual a mí me viene de perlas, porque el café me gusta mucho más.

Wallahi


Wallahi significa algo así como te lo juro por Dios, aunque creo que literalmente es Dios mío (vale, no sueno muy fiable); por aquí la expresión se oye sin descanso y, como sabéis, no es ni mucho menos la única vez que se echa mano del nombre del creador. Para ilustrar el exceso, me he inventado un diálogo entre dos amigos que se encuentran por la calle, pero sin exagerar ni un ápice, he oído charlas así a puñaos. Wallahi.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Vota, Pueblo, Vota


Escribo a toro pasado sobre las elecciones, y pido perdón de antemano por los errores que pueda cometer, pero es muy complicado, y el árabe no me deja tiempo de estudiar otras cosas (por no hablar de que mi perro se ha comido mi edición de la Guía Electoral). Comenzaré por el principio. 

Buscando piso VI


Sí, dear acompañantes (con el inglés me ahorro escribir queridos y queridas), estamos en las mismas de meses atrás: buscando piso.

La verdad es que llevo en ello más de un mes; no quería comentarlo porque no era materia especialmente chistosa y/o interesante, y también porque estoy hasta los tamarindos del asunto, y temía que me diera la depresión. Sin embargo, ambas circunstancias han variado en las últimas semanas: piso no he encontrado, pero ya me he acostumbrado al asunto y no me agobia tanto, me lo tomo a guasa; en cuanto a lo otro, bueno, Libia en general y Hamza en particular se dan buena maña en teñir cualquier cosa de risas, ojoplatismo o incredulidad. 

Me vuelvo a ir de boda


Hoy he estado en otra boda. A este paso, voy a terminar por recibir las invitaciones con la misma ilusión que en España. Lo bueno del asunto es que, dado que aquí los casamientos duran varios días y que en cada día se hace algo distinto, no he hecho lo mismo que la vez anterior.

En junio asistí a la celebración con los amigos, mientras que hoy he estado en la firma del contrato. Esta se lleva a cabo en una mezquita, y son oficiantes un imam y un juez. Pero bueno, vayamos por partes. 

Ramadaneando IV, la prórroga


Esto está escrito a toro pasado.

La mañana de mi cuarto día de ramadán fue un momento de profunda reflexión, tema: ¿qué ilsr hago con el ayuno? Ya había pecado, pero no me resultaba tan fácil abandonarlo. Por fuerza estaba obligado a ayunar durante la mañana, ya que sería de pésima educación beber o fumar delante de mis alumnos; aparte, me parecía bastante feo llevar una dieta normal y luego cenar con la familia de Hamza. Al final opté por una decisión intermedia: un vaso de agua para desayunar, un vaso de leche y un cigarrillo para comer (lo del cigarrillo es mala idea, pero qué le voy a hacer, soy un adicto), y vida normal a partir de la cena.

Seguí esta dieta todos los días que siguieron, y no me fue mal. Pequé, sí, pero poco, así que espero no haberme ganado una condena demasiado severa en la otra vida.

Volviendo a mi cuarto día, las horas pasaron una detrás de otra, finalmente llegó la hora de cenar y me fui a casa de Hamza, un piso enorme que está a unos treinta segundos del mío.