El otro
día me dieron mi primera lección de árabe. ¿He contratado a un profesor
particular? Nop. ¿Voy a alguna academia? Nop. ¿No se os ocurre? Mi primera
lección de árabe, como no podía ser de otra manera, me la dio Hamza.
Quedamos
en su calle a tomar el té, pero primero pasamos un rato en la tienda de maletas
de su amigo Naji; Naji no habla ni papa de inglés, así que me obliga a utilizar
el poquísimo árabe que chapurreo, y estaba yo intentando decirle
precisamente “yo estaba”, cuando Hamza perdió la paciencia: “do you have a
paper?” “Yes” “You come with me”.
Me
llevó al coche, me arrancó de las manos papel y boli, y se puso a divagar sobre
el idioma. Claro, Hamza es nativo y es muy listo, pero no se había visto en la
tesitura de enseñarle un idioma a alguien, así que el esquema fue algo así:
empezó por el alfabeto, a la mitad más o menos cambió a las vocales cortas,
cuando creyó que lo había comprendido, en lugar de volver al alfabeto, decidió
enseñarme el presente, el pasado y el futuro de los cuatro verbos más
importantes (según él), todo a la vez. Después de diez minutos, cuando yo
retenía las lágrimas con la estoicidad de William Wallace en el potro de
tortura, y él comenzaba a darse cuenta de que los tiempos verbales no son como
las bebidas alcohólicas en un botellón de quinceañeros, que las puedes mezclar
como quieras y siempre triunfan, me dice: “si io te… I teach you così, tu vai
odiare l’arabo”. Certo. Así que volvimos al principio, poco a poco, y al final
mereció la pena.
Un poco
de gramática para que os hagáis una idea de la roca de Sísifo que es el idioma
este: para empezar, algo que no creo que llegue a entender nunca: el infinitivo
y la tercera persona del pretérito singular masculino son iguales, es decir:
“beber” y “él bebió” se dice de la misma manera. ¿Por qué “él” y no “tú”? ¿Qué
tiene “él” que no tenga “yo”?
En fin,
sigamos, ahora ya con materia de la buena: la mayoría de los verbos se llaman,
y ojo al palabro, trilíteros, porque tienen tres consonantes en la raíz, por
ejemplo:
beber à sharaba.
Hasta
ahí bien. Lo bueno viene al conjugar, cuando quieres decir “yo bebo, tú bebes”;
en la mayoría de los idiomas europeos más comunes se cambia la terminación, o
mejor aún, no se cambia nada o casi nada, caso del inglés. En árabe no es así.
Se cambia la terminación, sí, pero aparte de eso las tres consonantes de la
raíz se abandonan a una orgía lingüística, a un desenfrenado intercambio de
parejas, y se colocan donde les da la gana, algo parecido a cuando se repite
una foto de grupo y alguien dice “¡vamos a cambiarnos todos de sitio!”, solo
que sin tantas risas. Bueno, ejemplo:
Infinitivo à fahima primera persona singular à amhafu
Eso en
cuanto a los verbos trilíteros, porque he oído hablar de unos pocos que son
cuadrilíteros, pero mi pobre corazón no se atreve aún a informarse.
Luego
están las vocales; no ya el hecho de que no se escriben, prq n rb n s scrbn ls
vcls, me refiero a que, si bien a priori en este idioma solo existen tres
vocales (a, i, u), luego resulta que es mentira; tanto en árabe clásico
(el del Corán) como en los dialectos (el libanés, el libio…) usan además la e y la o;
va un ejemplo famoso: salam
aleikum, que se pronuncia exactamente así. Entonces yo me paso toda la
tarde intentando adivinar si “ktb” se dice kitab, katub, katib o kitub,
¡y resulta que igual se dice ketob!
Obviamente,
está la relación imposible que se da entre mi libro de learn Arabic while you sleep y el árabe que hablan en Libia; cada
vez que me aprendo cómo se dice algo y soy capaz de repetirlo, me corrigen,
porque aquí no se dice así, o directamente no me entienden porque es demasiado
culto. Y si pregunto cómo se dice algo, me suelen decir: “in good Arabic,
……, but in Libyan …”. Se me
olvidan las palabras de una en una, como para aprenderlas a pares.
En otro
orden de cosas, el problema es que todo el árabe suena a chino; cuando hablar
es yatakalam, coche es sayara y abuelo es djaad, pues es difícil
memorizar. Pero en fin, por lo demás es fácil, ya sabéis, además, si consigues
aprender árabe creo que te dan el título de euskera y una cesta de navidad.
Merece la pena.
Una
posdata a propósito del idioma: hace unos días entré a una papelería a comprar
un sacapuntas, y al salir, queriendo decir “muchas gracias”, por lo visto le
dije al tendero “gracias, bonita”. Cosas de la vida.
En un futuro me tienes que ayudar a mí también con este idioma, que me gustaría aprender. Aunque por lo que veo más vale ir reuniendo fuerzas para conseguirlo.
ResponderEliminarEn cuanto me entere de algo te desoriento.
ResponderEliminarpfff...si, tu te quejas de eso que la tercera persona y el infinitivo son iguales...pero tio! te das cuenta que hablas un idioma donde mañana y mañana se dicen igual!!!! Por no hablar del hecho que no teneis ninguna palabra para decir "apparecchiare" e "sparecchiare"...y par decir "to dive" decis "tirarse al agua"...
ResponderEliminarVoy a dormir que hay que llevar la Roma en la Champion's y tengo que estar al 100%.
como diría Stanis, ma tu sei troppo italiano, ti lo posso dire?
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