martes, 17 de julio de 2012

Nos leemos


Queridos acompañantes, he de confesaros que, durante las últimas dos semanas, una conjunción de circunstancias atenúan mis ganas de escribir: me refiero sobre todo a las ganas locas de vacaciones que tengo, y a esa deliciosa oscilación de temperaturas entre 25 y 44 grados que nos gastamos por aquí, dos detalles que, cómo decirlo, alteran mi equilibrio emocional.

To do in Espain


No me entendáis mal: aquí se está muy a gusto y, pese a que me voy acostumbrando, cada día me reserva todavía alguna sorpresa, alguna historieta, algún futuro recuerdo; sin embargo, la intensidad de las cosas va pesando, los días largos, el no querer parar, el apuntarse a un bombardeo. Tened en cuenta los siguientes factores:

  1. País nuevo (y no uno cualquiera)

  1. Trabajo nuevo (con Maria Valquiria de jefa)

  1. Idioma nuevo (sin comentarios)

Es por estas y otras cosas que sí, estoy muy a gusto, pero tengo muchas ganas de vacaciones. Y tengo una laaaaarga lista de cosas que pienso hacer en la madre patria:

viernes, 6 de julio de 2012

Coge tu sombrero y póntelo


22 de junio

Hace un par de semanas, un alumno me propuso que fuéramos a la playa, y muy contento le dije que sí; sin embargo, al día siguiente Maria Valquiria preguntó si nos apetecía ir a Sabratah, así que llamé a mi alumno y le pedí que lo dejáramos para el viernes siguiente. El viernes siguiente pasó, y el siguiente, y no hablamos más del tema; aunque mi alumno se comportaba con normalidad, temí que se hubiera ofendido, así que el miércoles pasado le pregunté si aún le apetecía que fuéramos a darnos un chapuzón.

Compatriotas


El otro día entré por primera vez al complejo Shishat Maqlubat, Las botellas del revés, con la sana intención de verlo por dentro, así como de visitar una agencia de viajes, a ver si me ofrecían buenos precios para viajar a España; iba yo viendo una librería por aquí, un banco por allá, cuando pasé frente a una pequeña cafetería, y una música melodiosa acarició mis oídos:

-         Que no, que no ponen la mano así, la ponen así.
-         ¿Y qué significa?
-         Yo qué sé, pero lo hacen mucho.

Español. Español de España, el glorioso idioma de Cervantes, Quevedo, Lorca y Belén Esteban. Por primera vez en tres meses. Me quedé mirando embobado.

Me voy de boda


Para Laura y Francisco, cuya boda, por desgracia, seguramente me pierda.

El verano ya está aquí, y con él os habrán llegado, estoy seguro, una multitud de bodas: bodas de amigos, vecinos, compañeros de trabajo, familiares... supongo también que os encantaría poder escaquearos de alguna, poder evitar el sobre, el traje nuevo, la comilona, el desplazamiento… no me odiéis, pero yo estoy en la situación opuesta: me invitaron a una boda, y estaba deseando ir.

Debate inesperado

Mis clases tienen un descanso de quince minutos. Dedico ese tiempo a evadirme un rato del mundo, en un rincón de la universidad que comparto con una familia de gatos, o me acerco a los alumnos y charlo un rato con ellos. A esto último me dedicaba hace un par de semanas, cuando tuve una conversación que me dejó bastante sorprendido.

Aladin es un chico de veinticinco años, muy simpático e inteligente. Luce una barba bastante poblada y sin bigote, y está empeñado en jugar conmigo al ajedrez, cosa que aún no hemos hecho. Me suele preguntar mil cosas, ya sobre las clases, ya sobre Europa, ya sobre lo que opino de Libia. El día en cuestión, nuestro tema era la navidad, y Aladin me planteó una pregunta que derivó en la cuestión religiosa:

Los muertos de Trípoli


9 de junio

Lo más interesante de los viajes es ver cómo vive la gente en los sitios que visitamos; sin embargo, no lo es menos descubrir cómo se conducen con la muerte, cómo tratan a sus muertos. Es por esto que me gusta visitar cementerios allá donde voy, no es una prioridad, pero si tengo la ocasión, suelo hacerlo.

La Calla Blanca


Vivo en la calle La Blanca. Es el nombre de una ciudad del este, una de las que primero se alzaron contra Gadafi. Voy a presentaros una radiografía del sitio.

Noches de boda


12 de junio

Son las doce de la noche, se acaba el martes. Estoy en la cama, padeciendo la primera noche de calor de verdad; llevo media hora leyendo, y ya las sábanas están empapadas, una marca pegajosa de sudor señala dónde ha reposado mi cuerpo, mi cabeza. Los mosquitos comienzan a dar señales de vida, pienso en el repelente XXL que me compré en España y espero que funcione.

Los vecinos de abajo juegan a las cartas, el olor a tabaco y hachís sube hasta mi ventana, se ríen, el tunecino enseña árabe a los turcos a voz en grito, cada carta mostrada es un golpe sobre la mesa. Intuyo que me espera una larga noche. Aún no sé cuánta razón llevo.