jueves, 27 de septiembre de 2012

Y se fue Markus


En julio, dos días antes de que yo me fuera de vacaciones a España, Markus se fue a Alemania; la diferencia entre su vuelo y el mío, es que el suyo era solo de ida.
  

No ha aguantado ni tres meses, hay que ver. Cuando uno decide irse a vivir a Trípolis, cuenta con la posibilidad de no durar mucho: quizá sea demasiado distinto, quizá demasiado peligroso, quizá demasiado aburrido… además cuenta el trabajo, porque si el trabajo no va bien, uno no se queda dando vueltas con Libia hasta que encuentra otro, no; si no hay trabajo, no hay papeles, si no hay papeles… si no hay papeles no merece la pena dar vueltas por un país donde hay un control armado cada quinientos metros.

Las razones de Markus no pertenecen a este blog, pero el hecho es que hemos perdido un personaje, y vuelvo a ser el único europeo occidental de la Calle Blanca. Han sido semanas de risas, cenas en baraka (comiendo directamente de la fuente, sin platos), horas de charla en el balcón, y planes que nunca llevaremos a cabo. Markus se merece un epitafio.

Recuerdo bien el día en que le conocí, allá por el pasado mes de mayo: un tipo alto, ligeramente gordo, bastante calvo y con bigote. Sudaba como un caballo, como Camacho después de una hora de aeróbic. Pensé que era por lo largo y pesado del viaje, pero no: Markus suda de manera exagerada, desde primera hora de la mañana, al menor movimiento tiene la frente perlada y la camisa hecha un cristo. Esto mejoró cuando se compró un ventilador tamaño industrial, que desde entonces hasta su marcha giró día y noche en su cuarto.

Por algún motivo extraño, Markus sabe dar indicaciones en castellano: la primera calle a la derecha, todo recto y la segunda calle a la izquierda… de pronto te sorprende con alguna palabra en español intercalada en su alemán, algo así como meine cojones jucken o lass uns mañana was unternehmen. Como os podéis imaginar, es muy gracioso y refrescante.

Le llama mucho la atención la palabra joder, así que he estado intentando enseñarle a usarla correctamente, en situaciones apropiadas y con la entonación debida; he de decir que llegué a perder la fe en él, sonaba exactamente como un alemán sin idea de lo que dice, aunque se lo pasaba pipa intentándolo; sin embargo, una noche de ramadán lo consiguió, y ahora sabe soltar unos joder llenos de sentimiento, con una j manchega de órdago y el acento en la e.

Nunca consciente del todo de que está en otro continente, era curioso verle intentando tener conversaciones europeas en África, verle hablar en un perfecto inglés de Oxford con los vendedores del mercado sin darse cuenta de que apenas han entendido hello, verle discutir con Hamza la paradoja: ¿puede Dios crear una piedra tan pesada que ni él mismo pueda levantarla?

Un toque de seguridad en sí mismo y otro de inocencia, generosidad desbordada, de risa fácil y contagiosa, confiado, inconsciente, despistado hasta el infinito. Un gran compañero de piso, si limpiara de vez en cuando.

Un placer, Markus. Gute Fahrt.

3 comentarios:

  1. Un placer conocerlo...

    LaParda Lorenza

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  2. Scheint ein netter Kerl zu sein! Ich hoffe, du fühlst dich nicht allzu einsam, nachdem er dich verlassen hat! ;-(
    Bussi
    Katxiri

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  3. Mach dir keine Sorge, ich werd mir was einfallen lassen, bussi!

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