En julio, dos días
antes de que yo me fuera de vacaciones a España, Markus se fue a Alemania; la
diferencia entre su vuelo y el mío, es que el suyo era solo de ida.
No ha aguantado ni tres
meses, hay que ver. Cuando uno decide irse a vivir a Trípolis, cuenta con la
posibilidad de no durar mucho: quizá sea demasiado distinto, quizá demasiado
peligroso, quizá demasiado aburrido… además cuenta el trabajo, porque si el
trabajo no va bien, uno no se queda dando vueltas con Libia hasta que encuentra
otro, no; si no hay trabajo, no hay papeles, si no hay papeles… si no hay
papeles no merece la pena dar vueltas por un país donde hay un control armado
cada quinientos metros.
Las razones de
Markus no pertenecen a este blog, pero el hecho es que hemos perdido un personaje,
y vuelvo a ser el único europeo occidental de la Calle Blanca. Han sido semanas
de risas, cenas en baraka (comiendo directamente de la fuente, sin
platos), horas de charla en el balcón, y planes que nunca llevaremos a cabo.
Markus se merece un epitafio.
Recuerdo bien el
día en que le conocí, allá por el pasado mes de mayo: un tipo alto, ligeramente
gordo, bastante calvo y con bigote. Sudaba como un caballo, como Camacho
después de una hora de aeróbic. Pensé que era por lo largo y pesado del viaje, pero
no: Markus suda de manera exagerada, desde primera hora de la mañana, al menor
movimiento tiene la frente perlada y la camisa hecha un cristo. Esto mejoró cuando
se compró un ventilador tamaño industrial, que desde entonces hasta su marcha
giró día y noche en su cuarto.
Por algún motivo
extraño, Markus sabe dar indicaciones en castellano: la primera calle a la
derecha, todo recto y la segunda calle a la izquierda… de pronto te
sorprende con alguna palabra en español intercalada en su alemán, algo así como
meine cojones jucken o lass uns mañana was unternehmen.
Como os podéis imaginar, es muy gracioso y refrescante.
Le llama mucho la
atención la palabra joder, así que he estado intentando enseñarle a
usarla correctamente, en situaciones apropiadas y con la entonación debida; he
de decir que llegué a perder la fe en él, sonaba exactamente como un alemán sin
idea de lo que dice, aunque se lo pasaba pipa intentándolo; sin embargo, una
noche de ramadán lo consiguió, y ahora sabe soltar unos joder llenos de
sentimiento, con una j manchega de órdago y el acento en la e.
Nunca consciente
del todo de que está en otro continente, era curioso verle intentando tener
conversaciones europeas en África, verle hablar en un perfecto inglés de Oxford
con los vendedores del mercado sin darse cuenta de que apenas han entendido hello,
verle discutir con Hamza la paradoja: ¿puede Dios crear una piedra tan
pesada que ni él mismo pueda levantarla?
Un toque de
seguridad en sí mismo y otro de inocencia, generosidad desbordada, de risa
fácil y contagiosa, confiado, inconsciente, despistado hasta el infinito. Un
gran compañero de piso, si limpiara de vez en cuando.
Un placer, Markus. Gute Fahrt.
Un placer conocerlo...
ResponderEliminarLaParda Lorenza
Scheint ein netter Kerl zu sein! Ich hoffe, du fühlst dich nicht allzu einsam, nachdem er dich verlassen hat! ;-(
ResponderEliminarBussi
Katxiri
Mach dir keine Sorge, ich werd mir was einfallen lassen, bussi!
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