lunes, 6 de mayo de 2013

Manifa libiana



Procedo a seguir con el culebrón de la Ley de Aislamiento Político (PIL), la ley que prohibiría ocupar cargos oficiales a aquellos que ya los ocuparon durante la era de Gadafi. Nos quedamos el otro díaa las puertas de una masiva manifestación, convocada para el viernes 3 de mayo.


Las manifestaciones tripolitanas suelen tener en común dos características: atraen a poquísima gente, y caen en viernes después de la siesta.

Así, mi mañana del viernes fue de lo más común, así como la de mis congéneres libios, que se dedicaron a levantarse tarde, tomarse un café al mediodía (a falta de cañas, qué remedio), comer con la familia y acercarse a la mezquita. A eso de las dos y media ya se había terminado el sermón viernesero, y la mani comenzó a organizarse. Las manis.

Efectivamente, dos colectivos diferentes habían convocado marchas paralelas:

A mi derecha con calzón rojo aquellos a favor de la aprobación inmediata de la PIL, y a favor también de la actitud de algunas milicias, que exigen leyes a punta de pistola.

A mi izquierda con calzón dorado aquellos que, si bien están de acuerdo con la ley, se niegan a aceptar las presiones de los grupos armados.

Los primeros llevaban varios días apostados en la Plaza de los Mártires, y en principio no planeaban moverse de allí; los segundos habían “ocupado” la rotonda de Plaza Argelia, y tenían pensado realizar una marcha de protesta con última parada frente a la oficina del primer ministro, Ali Zeidan.

Yo me acerqué a Plaza Argelia, presumiblemente el lugar al que más gente acudiría. Después me alegré de no haber bajado a Plaza de los Mártires, y es que los amigos de la milicia se entretuvieron pegando a los amigos de entregar las armas. No pasó gran cosa, pero mejor haberme evitado el espectáculo de unos cuantos animales defendiendo su libertad de expresión… a puñetazos.

Fui a Plaza Argelia en torno a las cinco de la tarde, y ocupando la rotonda había unas cien personas. Mientras esperaba a que se reuniera más gente y comenzara la marcha, estuve charlando con algún conocido, y obviamente con desconocidos también.

Una de las pocas cosas que saqué en claro fue que parte de la concurrencia no sabía muy bien cuál era el problema, y tampoco sus propios motivos para haberse acercado hasta allá; había muchos portando un cartel que decía ‘sí a la ley, no a la milicia’, pero alguno de ellos me dijo que estaba a favor de las milicias. Otro me contó que los manifestantes habían cobrado por ir allí, concretamente pagados por Mahmud Djibril, el primer ministro que Libia eligió y nunca tuvo. Finalmente, varios pensaban que estaban allí simplemente para honrar la memoria de los mártires de la guerra.

La mayor parte de la gente, sin embargo, estaba concienciada y sabía a lo que venía. El ambiente se animaba, resonaban los gritos de Libia, Libia y las consignas de apoyo al gobierno, ya éramos cerca de 300 personas. Un pick-up miliciano que pasó por allí (hace falta ser imbécil) fue el detonante que abrió la marcha.

A los cincuenta metros nos detuvimos.

Los ocupantes del pick-up, no contentos con provocar a los manifestantes, habían aparcado en mitad de la calle Independencia, frente a una comisaría. La gente tardó menos de cinco segundos en rodearles gritando que se marcharan, pero claro, al estar rodeados, no podían marcharse sin atropellar a nadie; al final lo hicieron por las bravas: dos amagos de acelerón como advertencia, y a la tercera salieron disparados. No entiendo cómo, pero el caso es que nadie resultó herido.

Por Independencia y sin prisas

Más gente, al fondo Plaza Argelia


A partir de ahí, la marcha continuó sin incidencias. Hicimos una parada en el Palacio del Pueblo Libio (no sé si es el nombre antiguo o el nuevo, no doy a todo), y de ahí a la oficina del Primer Ministro. Unas foticos:

 
El pueblo frente al Palacio del Pueblo

Aguándole la siesta al primer ministro



Una hora después me aburrí y me fui.

Al parecer no fueron más de 500 las personas que salieron a la calle para pedir un proceso legislativo sin presiones externas; no es mucho si tenemos en cuenta que la población de Trípoli ronda los dos millones, pero 500 es un número bastante superior al de otras movilizaciones. Personalmente, no sé muy bien qué opinar.

La pelota estaba ahora en el tejado del congreso. La ley se votó el 4 de mayo, y aquí ya sabemos lo que salió. Mañana os lo cuento.




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