Todo el universo
mundo pensaba que en Libia se impondría un gobierno islamista: lo creían los
expertos, los aficionados, y lo creía yo mismo. Al fin y al cabo, la sociedad
libia es conservadora en extremo (siempre generalizando), y la palabra secularización
se usa como un insulto entre los políticos de aquí. Pues bien, como suele pasar
a veces (si es que algo puede soler pasar a veces), el pueblo dio
la sorpresa.
El partido
liberal de Mahmut Djibril se llevó cerca del ochenta por ciento de los
votos destinados a partidos, seguido de lejos por los Hermanos Musulmanes. La
sorpresa fue mayúscula. El Doctor Ahmed me daba su explicación comparándolo con
los países vecinos: ‘Túnez y Egipto quieren un cambio, y como llevan años
con regímenes más aperturistas, más turismo y más relaciones con occidente han
votado a los islamistas; nosotros también queremos un cambio, pero venimos de
un régimen muy cerrado, así que hemos votado por la apertura’.
Así pues, El
partido Alianza de Fuerzas Nacionales (NFA) se hizo con la mayoría de
los ochenta asientos parlamentarios destinados a grupos políticos; los Hermanos
Musulmanes, cuyo partido se llama Justicia y Construcción (¿burbuja
inmobiliario-religiosa a la vista?), consiguieron unos poquitos, y las sobras
se fueron para grupos menores. El resto de los doscientos asientos, ciento
veinte, corresponden a ciudadanos independientes; viéndome incapaz de
pormenorizar su composición, me abstengo de hacerlo, limitándome a generalizar
con una afirmación científica: de tó hay.
Una vez aclarado el
asunto del parlamento, el siguiente paso era que éste escogiera un presidente,
encargado a su vez de formar gobierno. Siendo estos los responsables de
encarrilar al país por un camino que lo saque de la anarquía y la libertad mal
entendidas, así como de formar una comisión constituyente, la cosa es delicada.
Se presentaron ocho
candidatos, entre ellos el claro ganador de las elecciones, Mahmud Djibril.
Todos dábamos por hecho que sería elegido presidente…
… pero no.
Los independientes
se probaron fuerza determinante dentro del congreso y, en una apretada final
entre Mahmud Djibril y Mustafa Abushagur, este último se llevó el bastón de
mando. En la ronda preliminar había quedado muy lejos de Djibril, pero en la
definitiva los votos de los Hermanos Musulmanes, así como de los independientes
que habían votado anteriormente por otros candidatos, le dieron la victoria por
un par de votos.
La gente con la que
hablé estaba bastante decepcionada, sentían que les habían robado el voto, ya
que habían escogido una cosa y recibían otra. Sin embargo, la idea es que, sean
quienes sean, el presidente y el gobierno trabajarán para todos, así que la
decisión de los parlamentarios se aceptó sin mucha protesta.
¿Conseguirá
Abushagur formar un gobierno de consenso? ¿Será recordado como el presidente de
la transición? ¿Dirá puedo prometer y prometo, pero en árabe? Ya os iré
contando.
Bastante menos previsible que EEUU
ResponderEliminarMuy bien contado ;)
Jeje, gracias pero no te preocupes, hay mas sorpresas que ya ire contando.
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