El verano se acerca, y nos avisa con un sol cada día más lento, cada día permaneciendo un par de minutos más en el cielo. Ya no vuelvo del trabajo por la noche, ahora podemos salir al balcón, encender un cigarro, y ver cómo se oscurece nuestro callejón, y cómo, justo antes de que los rosas y naranjas del cielo se vuelvan grises, el viento nos trae la Voz de Dios.
No ocurre cada día, depende del aire; solo a veces sopla en la manera justa, y esas veces son increíbles, siempre una sorpresa, casi siempre silenciando nuestra conversación. El viento nos trae los cantos de varias mezquitas, imposible decir cuántas, cada una cantando la misma canción, y cada una diferente. Se suele decir que la canción más versionada de la historia es Yesterday, de Paul McCartney, pero no es así; la canción más versionada de la historia es Allah wa al-akbar, de Mahoma.
Decir canción es algo impropio, la verdad. El Islam prohíbe, o censura, la música propiamente dicha, sobre todo en las liturgias, pero se refiere solamente a instrumentos musicales, a ritmos; por lo demás, cuando el almuédano llama a la oración, cuando los fieles rezan, cuando el imán dirige el culto, nunca lo hacen hablando, lo hacen cantando, y cada uno canta con una voz diferente.
A casa nos trae el viento canciones de todo tipo: una es rápida, impaciente, y repite la llamada a golpes rápidos y cortantes; otra es lenta y reverencial, piadosa, otra es violenta, parece más bien que llama a las armas; otra parece indiferente y aburrida, otra inocente, otra incluso perversa; las hay alegres, furiosas, humildes, arrogantes, y las hay neutras y tediosas, las canciones. A nuestro balcón llegan juntas, inseparables en una extraña nube sonora, haciéndose eco unas a otras, la más lenta como un mantra tibetano, la más rápida y rítmica recordando a tambores del África negra, una melodiosa como la voz de una balada. Las mil voces son una sola.
Tras unos minutos escuchando, oyendo cómo algunas voces se apagan y otras se incorporan, cómo en ocasiones se estorban y en ocasiones encajan como si fueran ejecutadas en consciente sincronía, uno pierde la noción de lo que escucha, ya no escucha que Alá es el más grande ni que Mahoma es su profeta, en la mente resuena un zumbido lejano, en cierto modo atronador, como un millón de abejas volando en alguna parte, cerca y lejos a la vez, como un retumbar de cascos en la distancia, salpicado de cuernos de guerra en la calle de al lado, como mil cañones asediando el puerto.
Tras un breve tiempo, los almuédanos callan, alguna voz rezagada resonando aún, valiente y extraña a un tiempo, casi fuera de lugar, su momento perdido. La ausencia dura poco, los ruidos de la calle no tardan en ocupar el silencio, y Markus y yo reanudamos nuestra charla, si es que la costumbre no nos ha hecho ignorar la magia del momento, lo cual también ocurre.
Pero todavía no ocurre a menudo. Aún me detengo a escuchar cuando el viento provoca el milagro, y suelo pensar en Dios, en qué voz tendría si existiera, y me imagino que podría ser algo así, algo como la llamada a la oración, algo como mil gargantas cantando alabanzas, como mil tambores siguiendo un mismo ritmo y mil campanas repicando, algo como el trueno y como el agua, como una montaña nevada y como un volcán, el raro grito del silencio, el llanto del miedo a la muerte y la risa del amor a la vida.
Los que me conocen saben que, en el cielo, veo poco más que nubes y estrellas; sin embargo, es bonito pensar que por la tarde, en mi balcón, La Voz de Dios viene a visitarme.
Pues la próxima vez que te hable, aprovecha y cuéntale como está el mundo.... porque parece ser que a pesar de toda su omnisciencia, o no ve lo que hay o no lo quiere ver.
ResponderEliminarQue momento tan mágico! Casi me lo puedo imaginar... me gustaría estar ahí...
ResponderEliminarUn beso
Katxiri
Invitada estas, maja.
EliminarHare lo que pueda, pero en esto, como en casi todo, se me da mas escuchar que hablar.
ResponderEliminarDices que la música está prohibida. ¿Qué pasa con los derviches que son ascetas sufies?. Ellos danzan al son de la música hasta alcanzar una especie de trance
ResponderEliminarHm... no soy tan experto, pero creo que los sufies son una secta (en el buen sentido de la palabra) dentro del Islam, asi que puede haber diferencias entre ellos y otras sectas o el Islam mas ortodoxo. Ademas, esta la cosa de que cada uno interpreta los libros sagrados como quiere, no se si el Coran dice expresamente que los instrumentos musicales estan prohibidos, un ejemplo: Jesus dice en la Biblia algo asi como "has de llevar a Dios en la cabeza y en el corazon" (la cita es de memoria, igual ni siquiera era Jesus el que lo decia); que hacian determinados grupos de cristiano? Pues obrar en consecuencia: una cruz pintada en la frente, y un crucifijo colgado en el pecho, y hala, Dios en la cabeza y en el corazon.
Eliminarel blog tenía que tener una pestaña de "me gusta" como el caralibro.
ResponderEliminarLa Parda Oiente
Gracias Pardus. No he conseguido encontrar algo asi, pero he metido un "compartir en facebook", que viene a ser parecido, ya sabes que tus deseos son ordenes.
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