viernes, 18 de mayo de 2012

Diga treinta y tres II


Jueves 10 de mayo, Día 2

Nos reunimos a la misma hora y en el mismo lugar, vamos al hospital a recoger los resultados de las radiografías, así como un volante para que nos tomen muestras de sangre en otro lugar: no tenemos suerte. Al parecer han encontrado algo sospechoso en la radiografía de Silke, y como el médico no ha llegado (solo son las nueve de la mañana, qué queremos), no pueden permitirle seguir con el chequeo. Como tenemos que hacerlo todos a la vez, ninguno sigue adelante, lo dejamos todo para el tercer día, que, dado que hoy el jueves, tendrá que esperar hasta el sábado.

Por el camino a casa le decimos a Silke que no se preocupe, que seguramente un enfermero ha estornudado en su radiografía, y ha dejado así las sombras extrañas que aseguran haber visto en sus pulmones. De cualquier modo, nos quedamos un poco acongojados. En fin, a ver qué pasa el


Sábado 12 de mayo, Día 3

Misma hora, mismo lugar, mismo hospital. Empiezo a tenerle un poco de manía.

Nada más llegar, Silke se hace una nueva radiografía, el médico (hoy madrugador) la da por buena. Mi teoría del estornudo cobra fuerza.

Contentos y felices vamos al otro hospital a que nos saquen sangre. La burocracia es digna del más rancio ayuntamiento español: rellenamos un papel al entrar, nos mandan a una ventanilla; les damos el papel, lo leen, sacan otro y tenemos que rellenarlo nosotros. Este papel es un poco intranquilizador, es donde van a apuntar las enfermedades que tenemos, entre otras figuran la lepra, la hepatitis y el SIDA; Maria Valquiria se hace cargo de rellenar todos nuestros papeles, ya que están en árabe, después los entregamos, nos mandan a otra ventanilla donde nos dan otro papel. En esta ventanilla presenciamos una pelea, un guardia de seguridad y un hombre cualquiera, no sabemos a cuento de qué. Maria Valquiria se interpone entre ambos y les regaña. Genio y figura. La verdad, si Maria Valquiria hubiera vivido en el universo de Star Wars, el Lado Oscuro se habría llamado Lado Valquirio.

De esta última ventanilla, continúo, nos mandan a una mesa donde entregamos fotos, copias del pasaporte, el pasaporte en sí y todos los papeles que hemos ido recopilando a lo largo del periplo hospitalario. Al ver mi pasaporte, uno de los funcionarios me dice que habla español, así que se pone a charlar conmigo… en italiano.

Por fin me dice que el médico me espera. Llegó el momento, pienso. Entro a la consulta, el médico me pide los papeles, los sella y me despacha. Me voy un poco confundido, pero pronto me aclaran que él no va a pincharme, y me indican dónde están las enfermeras.

Son dos chicas de unos veinte años, una de tez moruna y otra de tez negra. No saludan, ni dan indicaciones, así que me siento frente a la que está más cerca, descubriendo demasiado tarde que me he sentado frente a una reencarnación de Manolete.

Me pide que extienda el brazo y que cierre el puño. Su concepto de buscar una vena se reduce a pasarme la mano por el brazo como si le quitara el polvo. Alza la jeringuilla, la vista en su objetivo, me parece distinguir que sus labios se mueven formando un arabesco pito, pito, gorgorito, y me apuñala sin más preámbulos.

En vista de sus movimientos bruscos casi esperaba dolor, pero la verdad es que no me dolió nada, así que me levanto muy contento, un algodón en el pinchazo, y voy hacia mis compañeros, que siguen esperando su turno en la mesa que precede al doctor. Maria Valquiria amenaza de muerte a un funcionario, porque el pobre hombre, sin saber que tiene delante a la maestra de Lord Voldemort, dice que su pasaporte no es válido. Entretanto, tengo la mala idea de mirar la zona donde me han pinchado: un huevo de varios centímetros de diámetro crece en mi brazo. En un segundo la vista se me nubla, veo la cara de un cirujano diciendo cuente de diez a cero, veo mi féretro llevado a hombros por mis hermanos, me veo tomando café con Cervantes en el Club celestial de los Mancos… me llamaréis exagerado, pero un tercer testículo en el brazo es algo que preferiría vivir en España antes que en Libia, confieso que me entró un poco el pánico.

Como la vida me ha enseñado que el pánico ayuda poco o nada, y mis compañeros me aseguran que es normal criar un huevo de avestruz bajo la piel tras una extracción de sangre, me limito a acuclillarme contra una pared y a respirar hondo. No puedo estirar el brazo, y el pinchazo me duele horrores, pero respiro hondo y espero a que todos hayan terminado. Maria Valquiria y Markus tienen el típico puntito rojo, Silke un huevo de codorniz que no me consuela gran cosa, nos vamos a tomar un café, nuestra aventura ha terminado. 



Los resultados tardarán unos diez días. Mi huevo de dinosaurio se mantuvo firme hasta la noche, cuando finalmente empezó a remitir, Handullah. Han pasado tres días, y tengo un precioso cardenal morado, azul y verde, más o menos del tamaño de un paquete de tabaco. Ya no me duele, pero provoca buenos sobresantos a mis alumnos (todos médicos) cuando lo ven. Dicen que sobreviviré. Confío en ello, y espero también que haya merecido la pena, y me confirmen que no tengo la lepra.

P.S: un par de foticos de mi malograda extremidad:


Before Libya

After Libya

7 comentarios:

  1. 1. Para causar un moraton de tal forma sacando sangre a un chico de 30 anos hay que ser ciego.
    2. Buscar Tubercolosis con Rayos X es como buscar chicas buenas en un bar con un manometro. O sea no tiene nada que ver. El hecho que una RX esté normal no significa en absoluto que el paciente no tenga TBC.

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  2. Ya me parecía a mi raro lo de los rayos X... en cuanto a mi brazo, en fin, quizás la chica era hasta ciega. La próxima vez (si es que tal cosa ocurre), les pediré que me dejen pincharme yo mismo, si puedo coserme un calcetín, lo de la sangre no puede ser muy difícil.

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  3. Eres un exagerado! Pero no te lo tomamos a mal, porque creo saber, que a pesar de tus ya 30 años en este mundo ;-P , es la segunda vez que te sacan sangre. Déjame decirte que la culpa es tuya: deberías hacer fuerza con el algodón sobre el lugar del pinchazo durante al menos unos minutos y no debes doblar el brazo. O al menos eso es lo que me ha explicado la enfermera la última vez que me sacaron sangre, después de que yo estaba igual de indignada, cuando una vez tuve el mismo cardenal que tú, pero originario de un ambulatorio de nuestro querido país de la pandereta!
    Un beso y que el huevo se mejore
    Katxiri

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    1. Gracias, siempre es reconfortarte saber que uno tiene la culpa de que le hagan una sangria... tienes razon, por lo visto ahora se estila estirar el brazo, pero he de decir que todo el mundo a mi alrededor doblaba el brazo, entre ellos mis tres compis, y a nadie le salio una pelota de ping pong. De hecho, la primera vez que me sacaron sangre (que memoria la tuya), supongo que doble el brazo igualmente... pero en fin, ya esta mejor, y me ayuda a comenzar conversaciones.

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    2. No quiero contradecir a Katxiri, pero eso de no doblar el brazo y apretar durante unos minutos vale para la senoras de 80 anos que tienen cardiopatia cronica y toman anticoagulantes :) mi teoria de la ciega sigue en pie.

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    3. Espera espera, dices que no deberia haberme tomado mi pastillita de Sintron con el desayuno??

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  4. Jejeje, siempre es bueno, aburrir a los demás con tus enfermedades. Ya sabes, soy una experta en eso. Es un tema de conversación entretenido.
    Y si, tienes razón. Desde luego que no es normal que te salga un huevo en el brazo. Ich wollte dich nur etwas necken.
    Bussi
    Katxiri

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