Libia, como
todos sabréis, acaba de derrocar a un dictador, y se enfrenta ahora al reto de
abrirse camino hacia un sistema nuevo, que garantice libertad y prosperidad al
pueblo. O algo así.
La
sensación general aquí, sin embargo, es la de que el camino está tan lejos, que
ni siquiera tiene uno intuiciones que le conduzcan en su dirección. Y digo en
serio sensación general, no hablo de la sensación de un extranjero que,
acostumbrado al espejismo de libertad de decisión que son las elecciones y las
instituciones democráticas actuales, se encuentra con un país en construcción y
no sabe por dónde puede uno meterle mano, no; hablo de la sensación de Hamza,
de Abdul, de Mohamed, y de gente diversa con la que hablo por la calle. Nadie
tiene ni la más remota idea de si esto irá a mejor, ni de cómo puede hacerse
para que, sea como sea, vaya.
El país es
más o menos esto: ha habido una guerra, con lo que multitud de servicios están
paralizados o casi, hablo de recogida de basuras, de autobuses interurbanos o
de embajadas, por poner tres ejemplos. Los servicios que funcionan con
normalidad, como las universidades o los colegios, funcionan exactamente igual
que bajo el antiguo régimen, solo han cambiado los nombres que fueron puestos
por Gadafi. Cuando se comenta que tal o cual cosa no funciona o no funciona
bien, la conclusión es que, con el tiempo, se arreglará si Dios quiere
(inshallah). Cuando pregunto que qué pasos está dando el gobierno provisional
para introducir cambios, me dicen que el gobierno provisional no sirve para
nada, o que no lo saben.
A veces
hablamos de problemas sociales, la población que no accede a las escuelas, por
ejemplo. Siempre me dicen que todo depende de cambiar la mentalidad de la
gente, que está muy anticuada. Ahí se acaba el razonamiento.
A lo que
voy es que, desde mi punto de vista forastero que no conoce el idioma, y que
por lo tanto se pierde el ochenta por ciento de lo que ocurre a su alrededor,
parece que no hay movimiento político. Y no hablo ya de campañas, mítines y
cosas así, es que ni siquiera se dan las conversaciones que arreglan el mundo
varias veces mientras se va tomando el café. Y aquí no habría por qué limitarse
al café, no es que haya cosas que cambiar, es que hay cosas que crear, el año
pasado rompieron los huevos, y ahora toca nada menos que hacer la tortilla.
No quiero con
esto criticar al pueblo libio, ni decir que pasan de influir en los cambios que
por fuerza tienen que darse, no se trata de eso. La gente habla y comenta, pero
a un nivel de partido de fútbol, otros son los que juegan, yo lo celebro o me
lamento. Y en realidad no me parece demasiado extraño. Los últimos cien años en
Libia han sido bastante estériles en cuanto a conciencia política:
Primero la
invasión italiana mediante una guerra que duró cerca de diez años, seguida de
la típica propaganda y limpieza cerebral fascista, teñida siempre de
militarismo, uniformes y pensamiento único, como ya sabemos gracias al tío
Paco.
Tras la
Segunda Guerra Mundial, y en vista de que ninguna potencia europea se decidía a
hincarle el diente al país, se instauró una monarquía. De la monarquía todavía
sé muy poco, así que prefiero no decir nada.
El rey fue
derrocado por Gadafi y su Revolución Verde, que instauró un sistema socialista
falsario, se embolsó todos los dinares que quiso y los guardó en tantos
paraísos fiscales como pudo, por prohibir prohibió hasta estudiar inglés… acabó
con las libertades, promovió el Islam más conservador, anuló las corrientes
heterodoxas, en fin, el viejo principio de acabar con el pensamiento crítico
para que no haya críticas.
Hoy, cien
años después, Libya is free. ¿Libre para qué? En junio hay elecciones,
pero no existen partidos. Se pueden fundar a docenas, claro, pero ¿quién, y
cómo? Nadie lo sabe. ¿Qué hace un partido? ¿Cómo se discute sin llegar a las
manos? Otros países, como es el caso de Túnez, están o han estado más influidos
por sus potencias coloniales, o por países vecinos, y aunque están verdes en
materia de movilización política, digamos que han visto por la tele cómo lo
hacen los de fuera. Aquí, los profesores preguntaban a los niños si sus padres,
como buenos patriotas, veían la cadena nacional, o si por el contrario, como
malvados disidentes, veían aljazeera.
El gobierno
provisional tiene poco poder. El gobierno que vendrá es una incógnita. La gente
no sabe qué hacer, muchos creen que no pueden hacer nada, otros creen que la
clave está en que vuelvan las empresas extranjeras para que haya trabajo. El
país espera en la línea de salida, pero no a que alguien dé el pistoletazo,
sino a que alguien le calce las botas, le ponga en posición y le explique como
se juega. Y en medio estoy yo, con la certeza de que no sabría hacerlo mucho
mejor que ellos. Esperemos que todo salga bien. Inshallah.
buon compleanno amico! a presto.
ResponderEliminarGrazie tante! Ci sentiamo!
EliminarDado que no me haces caso ni a mi mail ni a mi sms, te felicito también por este medio y así sé seguro que lo recibes.
ResponderEliminarMuchas felicidades y un abrazo desde Pamplona
Gracias maja!
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