viernes, 4 de mayo de 2012

Obra cerrada por obras


Libia, como todos sabréis, acaba de derrocar a un dictador, y se enfrenta ahora al reto de abrirse camino hacia un sistema nuevo, que garantice libertad y prosperidad al pueblo. O algo así.

La sensación general aquí, sin embargo, es la de que el camino está tan lejos, que ni siquiera tiene uno intuiciones que le conduzcan en su dirección. Y digo en serio sensación general, no hablo de la sensación de un extranjero que, acostumbrado al espejismo de libertad de decisión que son las elecciones y las instituciones democráticas actuales, se encuentra con un país en construcción y no sabe por dónde puede uno meterle mano, no; hablo de la sensación de Hamza, de Abdul, de Mohamed, y de gente diversa con la que hablo por la calle. Nadie tiene ni la más remota idea de si esto irá a mejor, ni de cómo puede hacerse para que, sea como sea, vaya.
  

El país es más o menos esto: ha habido una guerra, con lo que multitud de servicios están paralizados o casi, hablo de recogida de basuras, de autobuses interurbanos o de embajadas, por poner tres ejemplos. Los servicios que funcionan con normalidad, como las universidades o los colegios, funcionan exactamente igual que bajo el antiguo régimen, solo han cambiado los nombres que fueron puestos por Gadafi. Cuando se comenta que tal o cual cosa no funciona o no funciona bien, la conclusión es que, con el tiempo, se arreglará si Dios quiere (inshallah). Cuando pregunto que qué pasos está dando el gobierno provisional para introducir cambios, me dicen que el gobierno provisional no sirve para nada, o que no lo saben.

A veces hablamos de problemas sociales, la población que no accede a las escuelas, por ejemplo. Siempre me dicen que todo depende de cambiar la mentalidad de la gente, que está muy anticuada. Ahí se acaba el razonamiento.

A lo que voy es que, desde mi punto de vista forastero que no conoce el idioma, y que por lo tanto se pierde el ochenta por ciento de lo que ocurre a su alrededor, parece que no hay movimiento político. Y no hablo ya de campañas, mítines y cosas así, es que ni siquiera se dan las conversaciones que arreglan el mundo varias veces mientras se va tomando el café. Y aquí no habría por qué limitarse al café, no es que haya cosas que cambiar, es que hay cosas que crear, el año pasado rompieron los huevos, y ahora toca nada menos que hacer la tortilla.

No quiero con esto criticar al pueblo libio, ni decir que pasan de influir en los cambios que por fuerza tienen que darse, no se trata de eso. La gente habla y comenta, pero a un nivel de partido de fútbol, otros son los que juegan, yo lo celebro o me lamento. Y en realidad no me parece demasiado extraño. Los últimos cien años en Libia han sido bastante estériles en cuanto a conciencia política:

Primero la invasión italiana mediante una guerra que duró cerca de diez años, seguida de la típica propaganda y limpieza cerebral fascista, teñida siempre de militarismo, uniformes y pensamiento único, como ya sabemos gracias al tío Paco.

Tras la Segunda Guerra Mundial, y en vista de que ninguna potencia europea se decidía a hincarle el diente al país, se instauró una monarquía. De la monarquía todavía sé muy poco, así que prefiero no decir nada.

El rey fue derrocado por Gadafi y su Revolución Verde, que instauró un sistema socialista falsario, se embolsó todos los dinares que quiso y los guardó en tantos paraísos fiscales como pudo, por prohibir prohibió hasta estudiar inglés… acabó con las libertades, promovió el Islam más conservador, anuló las corrientes heterodoxas, en fin, el viejo principio de acabar con el pensamiento crítico para que no haya críticas.

Hoy, cien años después, Libya is free. ¿Libre para qué? En junio hay elecciones, pero no existen partidos. Se pueden fundar a docenas, claro, pero ¿quién, y cómo? Nadie lo sabe. ¿Qué hace un partido? ¿Cómo se discute sin llegar a las manos? Otros países, como es el caso de Túnez, están o han estado más influidos por sus potencias coloniales, o por países vecinos, y aunque están verdes en materia de movilización política, digamos que han visto por la tele cómo lo hacen los de fuera. Aquí, los profesores preguntaban a los niños si sus padres, como buenos patriotas, veían la cadena nacional, o si por el contrario, como malvados disidentes, veían aljazeera.

El gobierno provisional tiene poco poder. El gobierno que vendrá es una incógnita. La gente no sabe qué hacer, muchos creen que no pueden hacer nada, otros creen que la clave está en que vuelvan las empresas extranjeras para que haya trabajo. El país espera en la línea de salida, pero no a que alguien dé el pistoletazo, sino a que alguien le calce las botas, le ponga en posición y le explique como se juega. Y en medio estoy yo, con la certeza de que no sabría hacerlo mucho mejor que ellos. Esperemos que todo salga bien. Inshallah.

4 comentarios:

  1. buon compleanno amico! a presto.

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  2. Dado que no me haces caso ni a mi mail ni a mi sms, te felicito también por este medio y así sé seguro que lo recibes.

    Muchas felicidades y un abrazo desde Pamplona

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