domingo, 2 de junio de 2013

Cuando muere el titiritero

Hace ya varias semanas di por casualidad con República de Bananas, blog de Javier Triana, periodista afincado en África en general, y Kenia en particular. En uno de sus artículos explica someramente la influencia que Gadafi ejercía sobre numerosos países africanos, influencia que esta imagen, sacada del periódico canadiense Globe and Mail, ilustra muy bien:




Bien, Javier Triana explica aquí lo que significa el mapa, y hay más información en esta estupenda página sobre África, GuinGuinBali. Mi plan es resumiros la situación antes y, sobre todo, después de la muerte del dictador libio.


Si por aquí le preguntáis a un paisano que qué era lo malo de Gadafi, os dirá por lo general tres cosas: que era un tirano asesino, que mantenía al pueblo en la miseria y a su familia en la abundancia, y que regalaba los petrodólares de la nación a multitud de países africanos. 

Bien, con los matices de rigor en toda generalización, estos tres puntos son auténticos.

Al parecer, Gadafi pretendía ser la primera potencia del continente, si no ya económica, sí al menos política, y gracias al petróleo pudo empeñarse a fondo en la tarea. Aquí os resumo sus iniciativas más representativas hasta el inicio de la revolución libia (si os habéis pasado por los links a otras páginas, os podéis saltar esta parte).

En Mali ejerció de mediador entre el gobierno y un número x de rebeldes (tuaregs, extremistas religiosos... se nombra a muchos, así que evito mojarme, ya que me falta información fiable). Para ello se valió de dinero, diplomacia y, he leído, del propio ejército libio.

En Liberia invirtió bien de millones en diversos proyectos, lo cual pudo contribuir a afianzar el poder de la presidenta, Ellen Jonson Sirleaf.

En Níger apoyó fuertemente al gobierno, no sé bien si con dinero, con armas o de palabra. Lo mismo vale para Chad.

En la República Centroafricana, al parecer, protegió al gobierno hasta el extremo de enviar paracaidistas libios a la capital, en respuesta a un ataque rebelde; más adelante, la paz entre el gobierno centroafricano y los disidentes se oficializó en la mismísima Sirte, ciudad natal de Gadafi.

Finalmente, un destino prioritario del caudal libio era la Unión Africana (UA), con sede en Addis Abeba (Etiopía), y que recibía de Libia el quince por ciento de sus fondos. Decir que de la UA dependen, totalmente o en parte, misiones de paz en Sudán o Somalia (os he buscado otros proyectos en la página web de la UA, pero son tantos que no he sabido cuál más poner, así que me limito a nombrar los ejemplos de Javier Triana).

Y hasta aquí el plagio.

Por muy interesante que todo esto pueda ser, no es mi intención contaros en qué se gastaba el dinero Gadafi, sino poner de relieve lo rápido que la falta de dicho dinero se está notando:

De Mali no hace falta que os explique nada, sabréis de sobra que en enero de 2012 hubo una revuelta en el norte del país, siguió luego un golpe de estado, la caída del gobierno, el radicalismo, la incursión francesa...

La República Centroafricana vivió en dicembre un golpe de estado fallido, y en marzo un golpe de estado exitoso, seguido de saqueos y… prácticamente ahí se corta la cobertura de los medios.

Níger ha vivido hace poco dos brutales atentados;  el presidente del país, Mahamadou Issoufoupor, ha dicho abiertamente que los criminales procedían del sur de Libia, donde se teme (o se sabe, según las fuentes) que se hayan constituido varios campamentos de entrenamiento terrorista. En cuanto a Chad, su presidente, Idriss Deby, acusa a Libia de permitir la existencia de dichos campamentos, algo que el presidente libio, Ali Zeidan, niega rotundamente. Vamos, que en cuestión de un año los tres países han pasado de ser supercolegas a ponerse verdes en los medios.

De Liberia no he encontrado mucha información, pero me consta que la presidenta sigue al cargo. De hecho, hace un año, poco después de ser reelegida, recibió la visita de Hillary Clinton.

Para terminar, no he conseguido averiguar si Libia sigue aportando el quince por ciento de los fondos de la Unión Africana, pero lo dudo mucho.

De todo el baile de naciones, personajes y relaciones internacionales que os acabo de soltar, una imagen es lo que me queda en la cabeza: el castillo de naipes que es el mundo global en que vivimos.

Hace dos años, Gadafi no era solo el dueño y señor de Libia, sino que partía bastante bacalao en el continente africano; hoy, el dictador ha muerto, y me parece mucha casualidad que varios países en los que metió mucho las narices estén también en fase de cambio radical. Imagino probable que el efecto dominó continúe.

El ser humano, pese a todas las teorías, religiones o literatura que proclama lo contrario, es un animal, y como tal se comporta. Los animales “no racionales”, en estrecha colaboración con las plantas y el clima, forman ecosistemas complicadísimos, frágiles, en los que todos contribuyen a la mejor o peor marcha de los mismos: las lombrices aran la tierra, lo cual ayuda a crecer a las plantas, a su vez polinizadas por el viento y los insectos; esto multiplica la población vegetal, de la que viven los herbívoros, de los que viven los carnívoros, y todos ellos, al morir, son pasto de los insectos y las plantas, iniciándose de nuevo el ciclo.

El ser humano no es diferente: los carnívoros nos comemos a los herbívoros, y estos a las plantas que los insectos ayudaron a proliferar. Podéis sustituir a los miembros de la cadena trófica por las naciones o grupos sociales que más os plazcan.

¿Hay algo que diferencie la organización humana de la organización natural? A esta pregunta se le han dado muchas respuestas, y en ellas suelen encontrarse dos palabras: razón y moral.

El mundo natural es cruel, despiadado, el fuerte se alimenta del más débil de los débiles, y esto precisamente propicia que el sistema funcione. El ser humano, por su lado, presume de tener moral, de ser altruista. Varias sociedades humanas (estados, religiones, culturas, llámalo x) pretenden basarse en la superioridad moral del hombre, en la idea de que podemos superponernos a nuestros instintos y mirar por el bien común.

El bien común que la comunidad internacional (perdonad la generalización) ideó para África fue animar a un señor de Sirte a que hiciera y deshiciera a su antojo en buena parte del continente, y ahora se nota su falta.

Es increíble lo bien que montamos ecosistemas los seres humanos: no solo nos las apañamos para poner en peligro el planeta en que vivimos, sino que establecemos intrincadas redes de poder que mantengan el equilibrio internacional. ¿Para qué apoyar el desarrollo en países como Sudán o Níger, para qué fomentar un comercio justo de diamantes en la República Centroafricana? No, qué tontería, lo apropiado es apoyar a estadistas como Gadafi, capaces de mantener la estabilidad internacional a base de puño y dinero, y anestesiar a la opinión pública con ONGs y procesos de Kimberly, loables iniciativas que, lamentablemente, cumplen una función más cosmética que estructural.

Se puede decir que el punto de vista que aquí expongo es idealista e irreal, que el mundo humano, al igual que el mundo animal, se fundamenta en relaciones de cazador y cazado, y que esto es lo natural e inevitable; sin embargo, es raro que los movimientos de poder en el mundo animal pongan en peligro la pervivencia de una población, la derrota de un macho alfa a manos de otro no supone que los leones del mundo se sumerjan en el caos.

¿Es esto así en nuestro mundo? El pueblo libio se alza en armas contra un dictador, al que derroca; esto provoca guerras o alzamientos en otros países, que a su vez pueden influir en otras tantas naciones. Dudo mucho que los leones del Seregueti hayan vivido alguna vez algo semejante.

Sea como fuere, el titiritero ha muerto, y los títeres no han tardado en ponerse a reorganizar el escenario y a cambiar el guión de la obra. Me pregunto cómo acabará, y me pregunto también cuánto tardaremos en ver cómo, si no en Libia, sí en otro lugar, tardamos en asistir a la entronización de un nuevo Señor de las Marionetas.



3 comentarios:

  1. Hola, Lorenzo!
    Tenía pendiente desde hace semanas (o quizá ya eran meses?) meterme a ver tus crónicas libianas... y voy y me encuentro con esto! :)
    La verdad es que me he pegado un buen rato leyéndote y me he reido bastante. Te voy a fichar, y así me entero de cuando actualizas para volver a pasarme por aquí.
    Un abrazo desde el este (y mil gracias por tus comentarios!)

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    1. ¡Acompañantes todos, saludad al hombre sin el que esta entrada nunca habría tenido lugar! Me alegro de que el blog te guste, yo también me río bastante escribiéndolo! Y sigo leyendo tus bananas, pero te advierto que me quedan pocas por leer, y hace tiempo que no crece ninguna nueva! ;)

      Un abrazo también, desde aquí arriba. Ah, y enhorabuena por "Cáncer", toda una currada!

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  2. "Estamos trabajando en ellou", que diría uno que tú y yo sabemos ;)

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