26 de enero de 2013
Hoy ha sido la jornada de puertas abiertas
en el Centro Juvenil de Libia, y he salido de ella muy impresionado.
Impresionado por el trabajo que allí se hace, impresionado por la afluencia de
gente, impresionado porque un lugar semejante pueda existir en este país,
impresionado por el valor de los chavales y de las mujeres que lo llevan. Bajo
el título ¿Quién soy? ¿Qué es lo que quiero?, directoras y chavales nos
enseñaron qué es lo que hacen allí.
El centro existe gracias a Hilfswerk Austria International, una fundación que abre lugares así en zonas que acaban de
superar una guerra o un desastre natural. La presencia del centro se extiende
entre uno y dos años, tras los cuales se decide si establecer un centro
permanente o no. La fundación está presente en cuatro continentes, y desarrolla
proyectos orientados a la juventud, las mujeres, el medio ambiente, el turismo
o la agricultura, por nombrar algunos.
El caso de Libia está plenamente orientado a
niños y adolescentes; no hacen nada que no haya visto antes en España, pero
verlo aquí, en un país que sale de una guerra, donde la sociedad y la religión
ejercen una presión tan asfixiante, es de verdad admirable. Y es admirable la
fuerza y alegría con que sus tres cabezas visibles llevan el timón del barco.
Conocí a Nina, Lamia y Diana poco antes de
navidad, en una exposición de fotografía donde Rudolf mostraba algunos
retratos. Nina es la directora-gerente del centro, Lamia organiza las
actividades lúdicas, y Diana lleva el tratamiento psicológico. Las tres son mujeres
decididas y divertidas.
¿Cómo funciona el centro? Dependiendo de la
edad, se organizan unas actividades u otras, lo cual ha llevado a un amplio
abanico de talleres: dibujo, cómic, teatro, música, yoga, tai chi, capoeira…
por medio de los talleres, las tres mujeres y sus voluntari@s procuran
descubrir qué es lo que preocupa a los chavales, dónde está el problema, y ahí
entra la acción psicológica.
Pero no es todo una cuestión de diván; en un país anárquico, donde los críos tienen un
permanente acceso a drogas y armas, o simplemente se la pasan encerrados en casa, el LYC (siglas en inglés) ofrece un refugio, un lugar donde divertirse,
pasar el rato y, de paso, aprender algo.
¿A qué problemas se enfrentan los niños que
frecuentan el TYC? Ellos mismos lo explicaron muy bien en una pequeña función
de teatro que pudimos presenciar durante la visita al centro; si bien la performance
fue la típica actuación infantil, plagada de saludos a los padres que estaban entre
el público, y rica en actores que hablaban demasiado bajito, el mensaje que
querían lanzar fue claro y conciso, y la gente aplaudió a rabiar.
Una chica actuaba como psicóloga del centro, y
varias parejas de niños hacían de ellos mismos; la “psicóloga” les preguntaba
por el problema que tenían, y ellos iban contestando siempre lo mismo: Libia.
En ese momento entraba otra pareja, y escenificaba el problema concreto. Esto
fue lo que vimos:
-
Una
niña a la que sus compañeros molestan en la escuela, por lo que se queja a su
maestra, la cual empieza a pegarle bofetadas.
-
Un
niño que llega a su casa y, sin mediar palabra, comienza a recibir golpes de
alguno de sus padres (este fragmento arrancó multitud de aplausos).
-
Chavales
escondiéndose bajo la cama durante un bombardeo.
-
Las
armas en la calle, las armas en casa, las armas en todas partes.
-
Un
niño que va a pedir trabajo con un cartel en el que pone licenciatura, y
es rechazado; poco después vuelve, esta vez con un fajo de billetes, y es
contratado.
Todo escenas de violencia, incomprensión y/o
falta de esperanza en el futuro. Los niños que son víctimas cotidianas de
alguna o varias de estas situaciones van al centro para hablar de ello, para
quejarse, para soltar su rabia, para llorar o, simplemente, para pensar en otra
cosa. Y el centro crece cada día.
La actuación acabó con un resumen de lo que
los niños consideran la Libia auténtica o una Libia mejor (paz,
libertad, educación…), y se cerró con una actuación musical (lo más horrible
que he visto/oído en toda mi vida, pero todo sea por la causa). Tras esto se
mostró un enorme cartel con uno de los logos del centro: no te mereces tu
país si no haces algo por él, mensaje dirigido, en esta ocasión, más a los
invitados que a los usuarios del centro.
Vi poco más, porque el sitio estaba a
reventar. Programadas había también diversas charlas, talleres de yoga y tai
chi, una actuación de capoeira y el visionado de varios vídeos, pero ante el
atasco que había por todas partes, consideré que podía conformarme con haber
hecho un poco más de bulto. Cuantos más, mejor.
Y es que, a día de hoy, el LYC se enfrenta a
un buen desafío. La sombra del fanatismo se cierne sobre Libia, y no faltan
voces clamando que en el centro se llena la cabeza de los jóvenes con ideas
perniciosas (desde el laicismo a la libertad, se oye de todo). Es por eso que
la jornada de puertas abiertas ha llegado en el momento justo, permitiendo que
más de quinientas personas vean con sus propios ojos qué es lo que se hace ahí.
Como dice Lamia en este artículo: el centro no dice lo que tienes que hacer,
sino los que PUEDES hacer.
Podéis apoyar al centro aquí y encontrar más información aquí; yo, por
mi parte y sobre el terreno, quisiera hacer más por ellos, pero mi condición de
extranjero me limita un poco. Sin embargo, creo que no tienen ningún
cuentacuentos en inglés, quién sabe…
ACTUALIZACIÓN: El LYC ha publicado un vídeo en youtube, muestra un resumen de la jornada de puertas abiertas, por si queréis echar un vistazo. Además, ¡salgo en primer plano! Y de espaldas, pequeño detalle.
Esta entrada mola mucho, me bueno leer que haya algo así.
ResponderEliminarQ alegría verte, aunq sean las espaldas!