Lo admito, soy de esos que suelen decir que
la Navidad no les gusta; sin embargo, lo digo con la boca pequeña, ya que, al
final, la disfruto un montón. El caso es que en esas fechas me suele acometer
una extraña tristeza, por no hablar de lo negro que me pone la sobredosis de
villancicos y publicidad; pero luego llegan las cenas familiares, los
encuentros con amigos, las felicitaciones de gente con la que no has hablado en
todo el año… para cuando llega el día de reyes, que es mi momento favorito de
la navidad, vuelvo a sorprenderme con que me lo he pasado muy bien, y con que me
da pena que se acabe.
¿Cómo se vive la Navidad en Libia? Alejado
de la familia y los amigos, en un ambiente que no celebra, que no conoce estas
fechas… da igual que te guste la navidad o no, en momentos así, la echas de
menos.
Paradójicamente, la Nochebuena vino
acompañada de una gran celebración por parte de los libios. No se alegraban por
el nacimiento del niño Jesús, sino por la independencia de su país, hecha
oficial el 24 de diciembre de 1951, cuando Italia dijo definitivamente ciao.
Yo dediqué la mañana del día festivo a hacer
limpieza, a estudiar y a preparar la mudanza. Ya por la tarde tenía una cita
con todos mis compañeros de trabajo a excepción de Helga, de vacaciones en
Europa (perra). Maria Valquiria nos había invitado a cenar en un restaurante
pijo llamado Chateau, así que me puse mis mejores galas y salí a la
calle.
¡El cielo de Trípoli estaba plagado de
ovnis! O eso me pareció al principio, porque en realidad se trataba de docenas
de farolillos voladores, esos que, mediante una vela en su interior, calientan
el aire y flotan, haciendo un efecto muy bonito. Oí después que se habían
vendido más de cien mil, y no me parece un número exagerado, estaban por todas
partes.
Cada dos pasos me topaba con un grupo de
hombres que, extasiados, miraban al cielo. Me detuve junto a uno de ellos, y
solté mi frase estrella de la noche: afdal min rpg, sah? O lo que es lo
mismo: mejor que los lanzacohetes, ¿verdad? Me refería a una de las
armas que suelen amenizar nuestras monótonas noches libias y que, disparadas al
aire, dejan una estela roja en el cielo, también bonita, pero bastante más macabra.
El caso es que mi ocurrencia fue recibida
con mucha apreciación, así que la repetí en cada corrillo hasta llegar a casa
de Silke. La vieja técnica de José Mota: si una coletilla triunfa, repítela
hasta que dé angustia.
Una vez todos en el coche de Maria
Valquiria, nos fuimos hacia el restaurante, el cual se halla en la calle
Qarqaresh, la avenida más chic de Trípoli.
Dejadme que os explique cómo es Qarqaresh:
la mayoría de mis acompañantes nacisteis en la primera mitad de los ochenta o
antes, y la mayoría os criasteis en un pueblo; bien, no me cabe la menor duda
de que todos o casi todos, con mayor o menor edad, habéis recorrido una tarde
de domingo la Calle Mayor, el Paseo, la Peatonal, lo que sea la calle central
de vuestro lugar de origen. Ya sabéis, de la plaza al final de la calle, del
final de la calle a la plaza, con la familia o los amigos, saludando, viendo y
siendo vistos, o a lo vuestro, pero haciéndolo igualmente porque era lo que se
hacía.
Eso es Qarqaresh, solo que el paseo, cómo
no, se hace en coche: de la gran Rotonda del Mar a la Ciudad Turista, y de la
Ciudad Turista a la gran Rotonda del Mar. En las aceras tiendas de muebles,
lámparas o ropa, restaurantes, cafeterías, baretos; en la calzada coches, motos
y más coches, todo el mundo bien vestido y perfumado, acelerones, saludos y
piropos. La primera vez que vi a un conocido en otro coche, supe que era un
tripolitano más.
El caso es que, tras un periplo inacabable
por la atestada Avenida, llegamos al restaurante. Cenamos de lujo, nos reímos
mucho y estuvimos a punto de enloquecer debido a la música ambiental: un disco
de Kenny G (sí, el clarinetista de pelo largo que la petó en los noventa) cuyas
SEIS canciones (las conté) sonaban una y otra vez. Aparte de eso, muy
agradable.
El día de Navidad, en lugar de desayunar con
mi madre y mis hermanos como cada año, me fui a trabajar. Oh, aciago destino.
De paseo por la Castelar el día de Noche Buena!!!!
ResponderEliminarJaja, exacto!
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