miércoles, 14 de noviembre de 2012

Abushagur me quiere gobernar


17 de octubre

Abushagur, flamante nuevo presidente de Libia, se dio pronto a la tarea de formar gobierno. Le costó varias semanas y dos ultimátum del congreso lograrlo, pero al final lo consiguió, presentando un gabinete formado por… ¡veintiocho personas! No tengo muy claro cuántas gastamos en el gobierno de España, pero creo que no llegan ni a veinte. ¿Para qué tanto, pues? Yo me lo preguntaba también, así que me puse a investigar, y me he hecho una pequeña composición de lugar.


Para empezar, tres vicepresidentes. No sé, a mí me parecen muchos, pero creo que no es el único país en el que se proponen tantos (¿en España?).

Ministerios. Quince son normales, interior, justicia y todo eso, pero bien separaditos: ¿para qué tener un ministro de educación y cultura, pudiendo tener un ministro de educación y otro de cultura? Además, el ministerio de educación se subdivide en ministerio de educación y ministerio de educación superior. No sé, a lo mejor esto no es tan raro y el inculto soy yo.

Luego está la idiosincrasia libia: dado que los combustibles fósiles son el motor económico del país, hay un ministerio de gas y petróleo; dado que el agua es un problema serio, hay un ministerio del agua; además, hay un ministerio de la electricidad, que, aunque a mí me parece raro, todo el mundo considera normal.

Por extraño para mí, me ha llamado la atención el ministerio de asuntos religiosos. Cierto que la religión es parte importantísima en la vida de Libia, pero de ahí a dedicarle un ministerio… también es curioso el ministerio de los mártires y los desaparecidos, pero este me gusta más. Es como una ley de la memoria histórica, pero a lo bestia, se dedicará (en principio) a encontrar e identificar a los muertos de la guerra y de la dictadura, así como a administrar las indemnizaciones que reciben las familias de los caídos-represaliados-etc.

El ministerio de gobierno local no sabemos nadie qué pretende ser, si defensor del pueblo, si ministerio del interior con otro nombre… esto último no creo, porque también hay ministerio del interior. Rehabilitación y desarrollo humano es también materia dudosa, porque nadie parece saber qué quiere rehabilitar, ni a quién planea desarrollar.

A mí, personalmente me ha llegado al corazón el Ministerio de Deportes. Estoy muy a favor de ellos, pienso que son muy buenos para muchas cosas, pero en el caso libio… no sé, creo que poner a un señor exclusivamente al cuidado de la selección de fútbol y de… bueno, y de nada más… me parece un poco absurdo a día de hoy. A no ser, claro, que se oriente hacia la masa de jóvenes sin oficio ni beneficio que se dedican a pasearse haciendo trompos con el coche, o a lucir palmito con un cuchillo y/o una pistola en el bolsillo. Una pelota o una raqueta les serían más beneficiosas.

Ministerio de exteriores no se propone. Dice Abushagur que no ha encontrado a nadie capacitado para asumir la cartera, y que lo hará él mismo hasta hallar a alguien. Ah, y sólo hay una ministra, asuntos sociales (cómo no).

Las reacciones a la propuesta de gobierno fueron rápidas y negativas. Los parlamentarios decían no conocer a casi ninguno de los escogidos, y los conocidos no eran del agrado de nadie. Al parecer, se desoyeron las peticiones de los demás partidos, no figurando en la lista ningún miembro de las Fuerzas Nacionales o de los Hermanos Musulmanes (gobierno de consenso, ¿recordáis?). En la calle se decía que eran todos primos del presidente. Un montón de personas asaltaron el congreso (y lograron entrar), se quejaban de que no había ningún representante de la región de Zawiya, una ciudad al oeste de Trípoli. En fin, una zapatiesta.

Tanto fue así, que se sometió a Abushagur a una moción de confianza… que no pasó.

Por la prensa he leído de todo: estado fallido, Libia se afganistaniza… pero tranquilos, que de eso nada. Aquí no han cambiado las cosas desde que llegué (ni a peor ni a mejor, es verdad), y la gente no está por la labor de afganistanizarse.

Lo que sí es verdad es que han pasado tres meses desde las elecciones y no se dan pasos, ni buenos ni malos, y eso empieza a fastidiar al personal, a mí el primero. Una cosa es que sea muy difícil poner en marcha un país tan anquilosado como este, y otra muy distinta es ver cómo un montón de señores con corbata no pueden ponerse de acuerdo, cuando se supone que el único objetivo urgente es precisamente un objetivo común, que Libia aprenda a caminar. No sé.

Bueno, seguiremos informando. Se despide el analista político menos riguroso del norte de Áfrca.

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