17
de octubre
Abushagur,
flamante nuevo presidente de Libia, se dio pronto a la tarea de formar
gobierno. Le costó varias semanas y dos ultimátum del congreso lograrlo, pero
al final lo consiguió, presentando un gabinete formado por… ¡veintiocho personas!
No tengo muy claro cuántas gastamos en el gobierno de España, pero creo que no
llegan ni a veinte. ¿Para qué tanto, pues? Yo me lo preguntaba también, así que
me puse a investigar, y me he hecho una pequeña composición de lugar.
Para
empezar, tres vicepresidentes. No sé, a mí me parecen muchos, pero creo que no
es el único país en el que se proponen tantos (¿en España?).
Ministerios.
Quince son normales, interior, justicia y todo eso, pero bien separaditos:
¿para qué tener un ministro de educación y cultura, pudiendo tener un ministro
de educación y otro de cultura? Además, el ministerio de educación
se subdivide en ministerio de educación y ministerio de educación superior.
No sé, a lo mejor esto no es tan raro y el inculto soy yo.
Luego
está la idiosincrasia libia: dado que los combustibles fósiles son el motor
económico del país, hay un ministerio de gas y petróleo; dado que el
agua es un problema serio, hay un ministerio del agua; además, hay un ministerio
de la electricidad, que, aunque a mí me parece raro, todo el mundo
considera normal.
Por
extraño para mí, me ha llamado la atención el ministerio de asuntos
religiosos. Cierto que la religión es parte importantísima en la vida de
Libia, pero de ahí a dedicarle un ministerio… también es curioso el ministerio
de los mártires y los desaparecidos, pero este me gusta más. Es como una
ley de la memoria histórica, pero a lo bestia, se dedicará (en principio) a
encontrar e identificar a los muertos de la guerra y de la dictadura, así como
a administrar las indemnizaciones que reciben las familias de los
caídos-represaliados-etc.
El
ministerio de gobierno local no sabemos nadie qué pretende ser, si
defensor del pueblo, si ministerio del interior con otro nombre… esto último no
creo, porque también hay ministerio del interior. Rehabilitación y
desarrollo humano es también materia dudosa, porque nadie parece saber qué
quiere rehabilitar, ni a quién planea desarrollar.
A
mí, personalmente me ha llegado al corazón el Ministerio de Deportes.
Estoy muy a favor de ellos, pienso que son muy buenos para muchas cosas, pero en
el caso libio… no sé, creo que poner a un señor exclusivamente al cuidado de la
selección de fútbol y de… bueno, y de nada más… me parece un poco absurdo a día
de hoy. A no ser, claro, que se oriente hacia la masa de jóvenes sin oficio ni
beneficio que se dedican a pasearse haciendo trompos con el coche, o a lucir
palmito con un cuchillo y/o una pistola en el bolsillo. Una pelota o una
raqueta les serían más beneficiosas.
Ministerio
de exteriores
no se propone. Dice Abushagur que no ha encontrado a nadie capacitado para asumir
la cartera, y que lo hará él mismo hasta hallar a alguien. Ah, y sólo hay una
ministra, asuntos sociales (cómo no).
Las
reacciones a la propuesta de gobierno fueron rápidas y negativas. Los
parlamentarios decían no conocer a casi ninguno de los escogidos, y los
conocidos no eran del agrado de nadie. Al parecer, se desoyeron las peticiones
de los demás partidos, no figurando en la lista ningún miembro de las Fuerzas
Nacionales o de los Hermanos Musulmanes (gobierno de consenso, ¿recordáis?). En
la calle se decía que eran todos primos del presidente. Un montón de personas
asaltaron el congreso (y lograron entrar), se quejaban de que no había ningún
representante de la región de Zawiya, una ciudad al oeste de Trípoli. En fin,
una zapatiesta.
Tanto
fue así, que se sometió a Abushagur a una moción de confianza… que no pasó.
Por
la prensa he leído de todo: estado fallido, Libia se afganistaniza… pero
tranquilos, que de eso nada. Aquí no han cambiado las cosas desde que llegué
(ni a peor ni a mejor, es verdad), y la gente no está por la labor de
afganistanizarse.
Lo
que sí es verdad es que han pasado tres meses desde las elecciones y no se dan
pasos, ni buenos ni malos, y eso empieza a fastidiar al personal, a mí el
primero. Una cosa es que sea muy difícil poner en marcha un país tan
anquilosado como este, y otra muy distinta es ver cómo un montón de señores con
corbata no pueden ponerse de acuerdo, cuando se supone que el único objetivo
urgente es precisamente un objetivo común, que Libia aprenda a caminar. No sé.
Bueno,
seguiremos informando. Se despide el analista político menos riguroso del norte
de Áfrca.
Te falta el ministerio de magia!
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