No me entendáis
mal: aquí se está muy a gusto y, pese a que me voy acostumbrando, cada día me
reserva todavía alguna sorpresa, alguna historieta, algún futuro recuerdo; sin
embargo, la intensidad de las cosas va pesando, los días largos, el no querer
parar, el apuntarse a un bombardeo. Tened en cuenta los siguientes factores:
- País nuevo (y no uno cualquiera)
- Trabajo nuevo (con Maria Valquiria de
jefa)
- Idioma nuevo (sin comentarios)
Es por estas y
otras cosas que sí, estoy muy a gusto, pero tengo muchas ganas de vacaciones. Y
tengo una laaaaarga lista de cosas que pienso hacer en la madre patria:
-
Ver
a la familia y los amigos (en primer lugar, Jaime, pa que veas)
-
Tomarme
una caña, y seguramente llorar al ver que viene con tapa incluida.
-
Pedirme
la cuarta caña, y no comerme la tapa porque ya no tengo hambre (en plan nuevo
rico, las penurias libias olvidadas).
-
Ir
por la calle a las cuatro de la mañana, en la certeza que no va a pasar nada.
Igual hasta duermo en un parque.
-
Hablar
español, solo español, sin pausa, sin tener que pensar, incluso pienso cometer
errores, y a ver quién es el guapo que me corrige.
-
Dormir
sin oír disparos ni derrapes de coches. Igual no cojo el sueño, tanto silencio…
-
Comer
queso en condiciones.
-
Decir
diez frases seguidas sin mencionar a Dios.
-
Entrar
en un bar, pedirme un café y ¡sentarme a una mesa!
-
Tirar
la basura en un contenedor; huelen mal y dan asquete, pero están limpios como
quirófanos en comparación con el solar lleno de basura que hay en mi callejón.
-
Saber
en qué día de la semana vivo, sin tener que pensarlo un rato primero (hoy es
lunes; bueno, no, es sábado, ayer fue domingo, digo viernes, así que la semana
que viene, ay no, esta semana…)
-
Componer
una oda a la lavadora automática, ese artefacto benefactor de la humanidad.
-
¡Ir
andando siempre que pueda!
-
Ir
por la vida sin que nadie me pregunte si soy del Barcelona o del Madrid (hace
poco probé a decir que soy del Bilbao, y me miraron bastante raro).
-
¿He
dicho lo de hablar todo el rato en castellano?
-
Beber
agua del grifo; ningún médico me va a felicitar por ingerir esa mezcla de cloro
y cal tan sana que bebemos en mi pueblo, pero me da igual.
-
Irme
de botellón. Hace milenios que no lo hago, pero este verano va a caer uno,
fíjate. Y me voy a hacer fotos para enseñarlas por aquí. ¿Cómo se dirá botellón
en árabe?
Y muchas otras
cosas, y, en realidad, casi ninguna. Todo lo que hay en la lista son cosas que
he pensado en algún momento, pero pocas de ellas las echo realmente de menos;
es curioso lo prescindible que es el noventa por ciento de lo que hacemos en la
vida, lo pocas y escogidas que son las cosas y las personas que extrañamos
cuando lo cambiamos todo. ¿Alcohol? ¿Orden? ¿Tranquilidad? Bien que me apetece
una caña fresquita y hablar mi lengua materna, pero, básicamente, lo que voy a
disfrutar es que me contéis vuestras Crónicas Hispanas. E italianas. Y
mexicanas… ¡vacaciones! ¡Ole, ole y ole!
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