miércoles, 12 de junio de 2013

El Partido del Siglo



La revolución libia, así como la inestable situación subsiguiente, hicieron que la FIFA vetara cualquier partido de fútbol internacional en el país. Esto es una verdadera lástima, ya que la Copa de África 2013 iba a celebrarse aquí, pero finalmente tuvo lugar en Sudáfrica y me la perdí.

Sin embargo, Blatter y sus colegas habrán apreciado algún cambio a mejor en la zona, ya que hace poco levantaron la prohibición. Así, el viernes pasado tuve el honor de presenciar el partido del siglo:

Libia Vs. República Democrática del Congo. 

A eso de las cuatro y media nos hicimos con un taxi, cuyo conductor nos dio bastante conversación. Entre otras cosas, nos explicó que había mucha policía en torno al estadio, básicamente por el temor a atentados con bomba. Aún nos embargaba el agradecimiento por sus entrañables palabras, cuando llegamos a nuestro destino.

El partido se jugaba en el Estadio Internacional, situado en la Ciudad Deportiva de Trípoli, y nada más llegar comenzamos a llamar la atención.

¿Y esto por qué? Bueno, digamos que un español y una alemana más bien paliduchos difícilmente pueden pasar desapercibidos entre unos 40000 libios. Nos miraban primero con suspicacia y desconcierto, y una vez superada la sorpresa inicial nos sonreían y nos daban las gracias por venir; pasábamos de ser negros en la cena de empresa del ku klux klan, a ser Brad y Angelina en la alfombra de Cannes.

Buscamos la entrada al recinto durante unos diez segundos, el tiempo justo para decidir que haríamos lo que los demás: saltar la valla.

Una vez dentro, nos limitamos a seguir a la masa. Atravesamos diversas alambradas y muros semiderruidos, saltamos un foso, nos deslizamos por una pendiente digna de El último superviviente, y cuando ya empezaba a dudar si iba al fútbol o a un campo de concentración, el estadio se alzó ante nosotros.

Unos policías te cacheaban a la entrada… si eras libio. A mí me cachearon porque me empeñé yo (¿qué pasa, que no parezco dangerous?), y a Charlotte, que así se llamaba mi compi, ni la tocaron. ¿El precio de la entrada? Cero dinares.

Si algún acompañante no ha asistido nunca a un partido de fútbol, os recomiendo fervientemente que vayáis a uno, incluso si el deporte en sí no os gusta. La impresión que causa el griterío, el ambiente, la masa de personas hablando y riendo, el mosaico siempre cambiante de la grada… es toda una experiencia, y lo pasas pipa.

Habíamos llegado relativamente tarde, así que nos tocó tendido sol. Por suerte un señor barbudo, tan pronto me vio dando palmas y gritando Libia, Libia, me regaló una bandera, que automáticamente transformamos en sombrilla. La gente estaba como loca, cantando, gritando y haciendo la ola, y nosotros encantados. Charlotte es una forofa del Werder Bremen que, ante la falta de amigos que compartan su afición, se va sola al bar para ver sus partidos, y la posibilidad de asistir a un encuentro en la ínclita Trípoli la tenía entusiasmada. Yo, para qué deciros, me apunto a un bombardeo.


¡Vamos Toby, busca la goma 2, busca!


Queridos paisanos, ¿a qué personaje del pueblo os recuerda?



Los jugadores terminaron de calentar sobre el césped, y la banda municipal comenzó a tocar los himnos de ambos equipos; esto no funcionó del todo bien, el de R. D. Congo fue pitado de principio a fin, y con el de Libia no hizo ni falta, ya que entre que cada sector de la grada llevaba un ritmo diferente al corearlo, y que un helicóptero nos sobrevolaba en busca de explosivos, si me hubiera puesto a cantar Paquito el Chocolatero nadie lo habría notado.


A punto de empezar

Finalmente, los dos equipos tomaron posiciones, y el árbitro dio comienzo al encuentro. Charlotte me hizo fijarme en el reloj del estadio, anunciando con orgullo las cinco y media: ¡el evento había comenzado a la hora prevista! ¿Estábamos realmente en Libia?

Temo que sí, media hora después constatamos que el reloj seguía dando la misma hora. Inocentes.

Del partido en sí… bueno, lo diré: fue lo peor que he visto en mi vida. Sería exagerado decir que no sabían jugar al fútbol, pero lo sería mucho más insinuar que están para jugar la primera fase de un mundial. Verles hilar más de dos pases seguidos era un acontecimiento, el balón pasaba más tiempo en el aire que en el suelo, el concepto desmarcarse se había borrado de las mentes de los jugadores…

R. D. Congo, al menos, cuenta con tres delanteros muy rápidos, y cuando no se confundían de deporte y volaban con el balón hasta hacer un touch down en la línea de fondo, conseguían chutar relativamente cerca de la portería libia. En cuanto al equipo local, se encontró con el regalo de un penalti que no era (lo vi yo con estos ojitos que se ha de comer la tierra), y si la estirada del portero congoleño fue pésima, el tiro del número 10 libio fue horrorible, así que de goles, nada.

Lo mejor de la primera parte, ambiente en la grada aparte, fue el pitido con el que el árbitro mandó a todos al descanso. Hartos de estar al sol, decidimos cambiar de lugar.

Por el camino vimos de todo: libios matándose por comprar una botella de agua en improvisados chiringuitos, la zona de porros, pasillos que había que atravesar con la luz del móvil ante la ausencia de luz eléctrica, hombres rezando cara a La Meca rodeados por el caos… finalmente conseguimos volver al graderío, y nos hicimos con dos puestos a la sombra…

… en el fondo sur.

¿Quién nos lo iba a decir? En honor a la verdad, no era para asustarse mucho; bien es cierto que algún energúmeno tiró bengalas, algún otro botellas llenas de agua, y que en un momento dado bastante gente se puso a insultar al equipo visitante, haciendo que la milicia se acercara para pedir calma. Sin embargo, la mayor parte del público reprendía a los imbéciles, acallaba sus gritos y les arrebataban los objetos arrojadizos. En líneas generales, yo diría que el comportamiento fue muy bueno, mejor de lo que se suele ver en no pocos estadios europeos.


Cigarrillo de considerables dimensiones


Lerei, lerei, arsa y olé


La bandera jugaba mejor al fútbol que los del pantalón corto


Fidel y Guevara disfrutando del espectáculo


El partido, como no podía ser de otro modo, acabó cero a cero.

El resultado no le venía bien a ningún equipo, pero los otros dos miembros del grupo mejoraron la situación: tras la derrota de Camerún (líder) ante Togo (colista), y con dos partidos por jugar, Libia pasa a ser primera de grupo, y depende de sí misma para dejar de ser la única selección norteafricana que nunca ha jugado la fase final de un mundial.

Así, el balance final del partido fue positivo: espectáculo deportivo nulo, pero buen comportamiento general y gran ambiente. El sábado jugamos contra Togo, y aún no sé lo que haré…

2 comentarios:

  1. Llegados a este punto creo que deberias dividir ya el blog en plan noticiero (politica, sociedad, cultura, deportes,etc). Un abrazo campeon.

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    1. ¡Gachas de arrope! Bienvenido de nuevo, y sí, la cosa se está desmadrando un poco, pero bueno, en la variedad está el gusto, ¿no?

      En cuanto abra la sección de Música y DJs te aviso para que me eches un cable!

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