lunes, 19 de noviembre de 2012

Y tiro porque me toca


Los lo juro, aquí la gente no para de casarse. He estado en otra boda.


Hamza me llamó el otro día muy contento, porque le habían pedido que llevara unas hamburguesas a una boda; el hecho en sí no le hacía especial ilusión, pero le permitía llevarme a ver una fiesta tradicional, lo que, imaginaba, me gustaría mucho.

Lo primero que hicimos fue comprar las hamburguesas, en un bar que se llama black bull, donde las preparan de manera más o menos razonable, sin añadirles un huevo frito-cocido, que es la costumbre aquí. Una vez en posesión del preciado encargo, nos fuimos hacia darrach, un barrio de clase media. Por el camino, Hamza me iba explicando cosas de las bodas, de la música que se suele escuchar en ellas. Le pedí que me grabara algunas canciones, pero me dijo que no me iban a gustar; sin embargo, unos segundos después cambió de idea, y me dijo que me grabaría algunas, para mi madre: ¿a mi madre le gustará esa música, y a mí no? Ya sabes, a las mujeres les gusta ese tipo de música.

Nada más llegar descubrí que, por primera vez, me habían “invitado” a una boda mixta, es decir, hombres y mujeres juntos; bueno, un momento, definamos juntos: los hombres sentados en sillas de plástico, a la puerta de la casa de los padres del novio; las mujeres escondidas en una jaima instalada a propósito para la ocasión, cortando toda la calle. La jaima tiene doble puerta, para que las mujeres entren y salgan sin que nadie vea el interior, al que solo las féminas de ambas familias tienen permitido el acceso.

Entregamos las hamburguesas, que resultaron ser para los músicos, y nos sentamos. Desde la jaima de las mujeres se oía un auténtico fiestón: música y canciones, también los gritos que suelen lanzar en las celebraciones, parecidos a los de los indios americanos o los irrintxis vascos, y muchas risas.

La zona masculina, por otro lado, era una colección de barbas y bigotes que esperaban a ver si ocurría algo. Le dije a Hamza que deberíamos cambiarnos a la fiesta femenina, me miró con cara rara.

A la media hora de estar allí sentados, algo comenzó a moverse, noté que el ambiente se agitaba, que la gente anticipaba algún acontecimiento. Todos miraban hacia la puerta de la casa familiar del novio, así que allí clavé yo también mi mirada.

Cinco minutos después, acompañantes, por la puerta salió un negro con faldas y tocando la gaita.

Yo, que no esperaba encontrarme al primo sudanés de William Wallace, me quedé bastante picueto. Al gaiteiro libio (pues libio era) le siguieron otros cinco, estos portando tambores. Tocaban y cantaban mientras se movían en círculo, saliendo alternativamente al centro para lucirse con algún ritmo más complicado, cantando canciones de boda, canciones picantes animando a salir a las mujeres de la jaima, alguna canción remotamente religiosa. Me llamó especialmente la atención una canción que, según Hamza, se titula No os escondáis, sabéis que sois nuestras. Tal y como son las cosas aquí, no es ninguna mentira.

La música era muy animada, y las coreografías de los músicos (saltos, carreras, giros sobre sí mismos, paseos en cuclillas al estilo ruso) eran muy vistosas. La gente se animaba por momentos, los jóvenes sacando a bailar a los viejos, los adolescentes luciendo palmito y habilidad con los pies, los niños imitando a los mayores. Es curioso ver a los hombres en las bodas, bailando cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo en medio de una sociedad cien por cien homófoba. Y no sólo por eso, es curioso ver cómo se emocionan en el baile, cómo se lo creen: lo que hacen es básicamente dar pasitos cortos siguiendo el ritmo, y extender los brazos mientras chasquean los dedos, algo parecido al cliché de Zorba el griego, pero la seguridad y el placer de su expresión harían pensar que ejecutan el último movimiento de El lago de los cisnes, y todo ello sin despeinarse. De hecho, con esa actitud consiguen que pasos bien sencillos parezcan más de lo que son, y terminen por serlo, elevan la sencillez a la categoría de la complejidad, y convierten  el deseo en habilidad. La verdad, está muy bien, sobre todo comparado con nuestras bodas, donde el baile ha ido degenerando a hacer el payaso o, directamente, no bailar (no es que yo sea muy bailongo, pero sí me gusta ver bailar a la gente).

Los músicos, ignorando la bacanal que se iba montando a su alrededor, aporreaban los tambores, estrujaban la gaita y cantaban a voz en grito. Los hombres se acercaban de vez en cuando a alguno de ellos, metiéndole acto seguido un billete en el sombrero. Los instrumentos eran peculiares: los tambores no parecían muy particulares, pero los tocaban con una curiosa baqueta en forma de L, que producía un sonido diferente en virtud a la parte de la baqueta con que se golpeara; en cuanto a la gaita… bueno, tenía forma de cabeza de cerdo. Se lo dije a Hamza, porque me pareció algo muy raro, y me dijo que no, que los cerdos no son así, de lo que deduje que no ha visto un cerdo en su vida. Hecha de pellejo de oveja, la gaita era pequeña, y lucía orgullosa dos cuernos negros, en los que la gente pinchaba billetes de vez en cuando.

Como podéis imaginar, me tocó bailar y colocar billetes en los sombreros de los músicos, para gran goce del personal. A las dos horas de baile se dio una gran catarsis colectiva, todos los hombres bailando alrededor de los músicos, hasta que la música cesó de repente, y el padre del novio vació los cargadores de sus dos pistolas disparando al aire. El abuelo del novio, acto seguido, anunció que la boda se disolvía como volviera a ver algún arma. Es lo que digo, los libios viejos molan.

Ahí van un par de fotos (malas). Hamza hizo un par de vídeos, si consigo que me los pase los cuelgo:

Los musicos

Los musicos y un espontaneo

Los musicos y el espontaneo, ya totalmente encendido

Poco después nos iríamos, pero antes nos sirvieron dulces y té verde. Mientras dábamos buena cuenta de ello, me fijé en que las mujeres seguían a lo suyo, cada vez más ruidosas, y me pregunté qué extraño mundo estaría escondido bajo las telas de la jaima.


7 comentarios:

  1. Y eso de picueto, es jerga de Criptana? Una crónica magnífica. Felicidades! Estás conociendo la Libia nueva y la de siempre.

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  2. Jeje, creo que es una palabreja manchega, sí, pero no te creas que lo tengo claro del todo, tras tantas vueltas por la geografía española me hago un poco de lío. Eso sí, cuando quiero decir sí, sigo diciendo ¡mira!

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  3. Te estas convirtiendo en el Lord of the Weddings y encima cada vez parecen más animadas e interesantes!!

    Jejejej, sí señor, uno se queda picuer! :D

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  4. jajaja me ha encantado esta crónica!!! lo primero sí, en estos países donde el matrimonio es tan importante, parece que hay más bodas que solteros.... parece que los solteros se reproducen!!!!!

    Y luego, si entendí bien, las mujeres estaban en la jaima cerrada y no podias ni asomarte no? Y los esposos? X dnd hacian sus desfiles? Tb delante de los hombres o solo en la jaima con las mujeres? Yo es que fui a dos bodas en Marruecos. La primera era de una familia muy abierta para lo que es la sociedad y allí estábamos todos juntos (para comer, mejor en mesas separadas) pero bailando y todo chicos y chicas juntos y esposos con sus esposas. Como deberia ser..... en mi opinion vamos.
    La segunda ala que fui, simplemente divieron la boda en tres dias: uno para todos los hombres, otro para mujeres casadas y otro para mujeres solteras, al que fui yo. Aunque sí que había algún chico por allí mirando a las mozas casaderas x si se interesaba por alguna.

    Y lo de bailar, síiii allí bailan todos. Y yo siento que los hombres, aunque la homosexualidad esté prohibida totalmente, tienen menos problemas en tocarse. Se apoyan la mano en la pierna del otro, caminan de la mano, y tb al bailar se juntan mucho. Tú habrás ido al hammam. Allí se bañan unos a otros como las mujeres hacen? Y por cierto, las canciones en Libia, tb son hipermegalargas????? En plan una puede durar 20 minutos?? Yo es que cada vez que accedía a salir a bailar me daba una pereza.... xq luego nunca se acababa!!!!

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  5. Si si, las mujeres bien encerradas, de hecho la jaima tiene doble puerta, como las esclusas de las naves espaciales, y ni siquiera las mujeres ajenas a la familia tienen el acceso facil.

    El desfile de las mujeres se hace dentro de la jaima, o bien de noche cerrada, cuando nadie las ve. Todo, todo el proceso de casarse se hace con separacion de sexos, salvo la llevada de la novia a casa del novio, cuando la acompana la familia al completo.

    Las canciones son mas largas que un dia sin pan (o que una noche sin cena, como dicen aqui), me pasa exactamente igual que a ti, pereza total. Encima, bailar con un senor bigotudo y desdentado me hace ilusion la justa.

    Lo de la homosexualidad es un puntazo, porque esta fatal vista, pero efectivamente los hombres se hacen carinitos que en espana no haria nadie, quiza precisamente por lo mismo. En cuanto al hammam, todavia no he ido, soy un poco guarrete ;)

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  6. No has ido al hammam???????? No se como es el de hombres. Igual la imagen no es agradable (jijiji, hombes bigotudes y desdentados y en porretos que diría mi abuela), pero es una gozada, un relax total, llegas a casa cansadito y duermes como un bebé. Y te limpias de verdad de la buena, no como las duchas que están hechas para disimular y para que olamos bien. Vete y luego nos cuentas.



    Por cierto, por lo que cuentas de las bodas, o bien la sociedad 'libiana' es mucho más cerrada que la marroquí o que tú has ido a eventos de familias muy muy tradicionales..... por cierto, sabes si en alguna de ellas han puesto al segundo o tercer día el pañuelito con la sangre de la novia y su virginidad? En Marruecos, según me han comentado, las familias muy tradicionales de las aldeas lo siguen haciendo. A mí eso no me tocó en ninguna de las dos bodas a las que fui.

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  7. La cosa es que aquí todas las casas tienen agua corriente, ducha y tal; de hecho, se deben tomar la ducha en casa como la limpieza del hammam que narras, ya que tardan la vida ("yo solo tardo 20 minutos", me dijo un amigo).

    Pero Hammam, haberlo haylo, y sí, tengo que ir sin falta.

    Todo el mundo dice que Libia es uno de los países más conservadores del mundo árabe; ya he estado en cuatro bodas, y todas estaban herméticamente separadas por sexos, así que asumo que lo raro es lo contrario.

    En cuanto a lo de la sábana, preguntaré por ahí; imagino que es como en Marruecos, habrá pueblos donde lo hagan.

    Y de hecho me parece muy bien; yo, cuando me case y entregue mi flor, pienso enseñarle la sábana a tó quisqui.

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