Voy
a sumarme a la iniciativa de Iván, que hace poco quiso evitar una excesiva
idealización de la ciudad que describe en su blog, para lo cual le dedicó una
entrada a las cosas que le tocan la moral. Tampoco en Trípoli es todo éxtasis y
maravilla y, aunque asumo que el disgusto se asocia al gusto, siempre hay cosas
que preferiría mandar a tralara, tralara.
Los
coches.
Me molestan muchísimo: me molesta verlos circular, me molesta montarme en
ellos, me molesta verlos aparcados, hasta me molesta estar escribiendo sobre
ellos. Son demasiados, apestan, y como aquí apenas hay parques y zonas
peatonales son ignotas, no hay manera de escaparse de ellos. Además, el hecho
de que la gente conduzca como le da la gana provoca un montón de accidentes, y
yo no puedo ir andando al trabajo, así que estoy planteándome comprarme una
estampita de san Cristóbal y rezar como una vieja en futuros trayectos.
La
frasecita insh’allah,
si Dios quiere. Me pone negro en castellano, pero en España la oigo poco,
mientras que aquí la oigo a todas horas:
Mañana
nos vemos à
insh’allah;
el
país se va a arreglar à insh’allah;
suerte
en el examen à
insh’allah;
póngame
un cappuccino à
insh’allah (no es coña).
No
es solo lo tedioso de la repetición, es que a menudo, cuando el cumplimiento de
la cosa en cuestión depende más bien del hablante que del dios, dicha cosa no
se cumple, con lo que cuando me dicen insh’allah, lo que me parece
entender es: tú pide, que yo no pienso mover un dedo, encanto.
Que
los occidentales con los que hablo me digan que me mude, que
el centro de Trípoli es peligrosísimo. Empieza a parecerme ofensivo, sobre
todo porque lo dicen sin tener ni idea, ya que no han pisado mi barrio en su
vida; viven encerrados en el ghetto acomodado de Palm City, pero aun así se
permiten opinar.
Me
ponen negro las barbas largas. Unas no son más que una declaración de
fe, pero otras esconden la cerrazón, el inmovilismo y el extremismo, los
gusanos que, junto a la corrupción, más pueden corroer la buena marcha del
país. No sé cómo distinguir las barbas piadosas de las diabólicas, así que
procuro evitar el hacerme mala sangre al ver una, pero no me gustan.
Las
señoras con la cara tapada (no es un grupo de facebook, es una tragedia).
El Corán no exige el uso del niqab, nombre de la prenda, y la mayoría de
las mujeres se limitan a cubrirse el pelo (usando el hiyab), así que me
consta que tras una cara tapada no se esconde ni la fe ni la tradición, se
esconde un marido asqueroso, una familia infame o, directamente, y esto sí que
no lo entiendo, una mujer que gusta de ser un lastre para las demás.
Si hay gente que defiende el niqab de buena fe, que me disculpen, pero
sigue sin parecerme bien.
Para
terminar: odio los fuegos artificiales. Los
cohetes y petardos son el pan nuestro de cada día, y sobre todo de cada noche.
Yo diría que, en una ciudad donde la jornada trascurre entre gritos, cláxones,
derrapes y golpetazos varios, por no hablar de los disparos y las eventuales
explosiones, la gente querría un poco de tranquilidad a partir de cierta hora,
pero no; resulta que llegan las ocho y las mechas echan chispas, y cualquier
razón es buena para lanzar unos cohetes al aire, incluso que no haya ninguna
razón. He contado unas cinco andanadas de fuegos en el rato que llevo
escribiendo esto, y la cosa seguirá hasta eso de las dos de la mañana,
despertándome un par de veces, sobresaltándome otras tantas, y tocándome los
huevos todas ellas (perdón por el exabrupto, madre).
Me
he vuelto un racista. Odio los fuegos artificiales, y pienso fundar una secta
de radicales con túnicas y capirotes, el Catapún Pum Klan, nos reuniremos en
las noches de luna llena y, en vez de quemar a nuestras víctimas, las
rociaremos con agua maldita, mojaremos su pólvora mientras entonamos
silenciosos cantos con la mente, ahorcaremos a mecheros y cerillas como
responsables de turbar nuestro reposo, libraremos al mundo de semejante
escoria, uajaja.
Espero pronto el: Qué maravilla, hermano!!!!
ResponderEliminarLaparda Lorenza
Hombre, creo que la mayor parte del blog alude a cosas buenas, pero don't worry, que habrá una entrada que se llame así.
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