miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ascazo, primo


Voy a sumarme a la iniciativa de Iván, que hace poco quiso evitar una excesiva idealización de la ciudad que describe en su blog, para lo cual le dedicó una entrada a las cosas que le tocan la moral. Tampoco en Trípoli es todo éxtasis y maravilla y, aunque asumo que el disgusto se asocia al gusto, siempre hay cosas que preferiría mandar a tralara, tralara.


Los coches. Me molestan muchísimo: me molesta verlos circular, me molesta montarme en ellos, me molesta verlos aparcados, hasta me molesta estar escribiendo sobre ellos. Son demasiados, apestan, y como aquí apenas hay parques y zonas peatonales son ignotas, no hay manera de escaparse de ellos. Además, el hecho de que la gente conduzca como le da la gana provoca un montón de accidentes, y yo no puedo ir andando al trabajo, así que estoy planteándome comprarme una estampita de san Cristóbal y rezar como una vieja en futuros trayectos.

La frasecita insh’allah, si Dios quiere. Me pone negro en castellano, pero en España la oigo poco, mientras que aquí la oigo a todas horas:

Mañana nos vemos à insh’allah;
el país se va a arreglar à insh’allah;
suerte en el examen à insh’allah;
póngame un cappuccino à insh’allah (no es coña).

No es solo lo tedioso de la repetición, es que a menudo, cuando el cumplimiento de la cosa en cuestión depende más bien del hablante que del dios, dicha cosa no se cumple, con lo que cuando me dicen insh’allah, lo que me parece entender es: tú pide, que yo no pienso mover un dedo, encanto.

Que los occidentales con los que hablo me digan que me mude, que el centro de Trípoli es peligrosísimo. Empieza a parecerme ofensivo, sobre todo porque lo dicen sin tener ni idea, ya que no han pisado mi barrio en su vida; viven encerrados en el ghetto acomodado de Palm City, pero aun así se permiten opinar.

Me ponen negro las barbas largas. Unas no son más que una declaración de fe, pero otras esconden la cerrazón, el inmovilismo y el extremismo, los gusanos que, junto a la corrupción, más pueden corroer la buena marcha del país. No sé cómo distinguir las barbas piadosas de las diabólicas, así que procuro evitar el hacerme mala sangre al ver una, pero no me gustan.

Las señoras con la cara tapada (no es un grupo de facebook, es una tragedia). El Corán no exige el uso del niqab, nombre de la prenda, y la mayoría de las mujeres se limitan a cubrirse el pelo (usando el hiyab), así que me consta que tras una cara tapada no se esconde ni la fe ni la tradición, se esconde un marido asqueroso, una familia infame o, directamente, y esto sí que no lo entiendo, una mujer que gusta de ser un lastre para las demás. Si hay gente que defiende el niqab de buena fe, que me disculpen, pero sigue sin parecerme bien.

Para terminar: odio los fuegos artificiales. Los cohetes y petardos son el pan nuestro de cada día, y sobre todo de cada noche. Yo diría que, en una ciudad donde la jornada trascurre entre gritos, cláxones, derrapes y golpetazos varios, por no hablar de los disparos y las eventuales explosiones, la gente querría un poco de tranquilidad a partir de cierta hora, pero no; resulta que llegan las ocho y las mechas echan chispas, y cualquier razón es buena para lanzar unos cohetes al aire, incluso que no haya ninguna razón. He contado unas cinco andanadas de fuegos en el rato que llevo escribiendo esto, y la cosa seguirá hasta eso de las dos de la mañana, despertándome un par de veces, sobresaltándome otras tantas, y tocándome los huevos todas ellas (perdón por el exabrupto, madre).

Me he vuelto un racista. Odio los fuegos artificiales, y pienso fundar una secta de radicales con túnicas y capirotes, el Catapún Pum Klan, nos reuniremos en las noches de luna llena y, en vez de quemar a nuestras víctimas, las rociaremos con agua maldita, mojaremos su pólvora mientras entonamos silenciosos cantos con la mente, ahorcaremos a mecheros y cerillas como responsables de turbar nuestro reposo, libraremos al mundo de semejante escoria, uajaja. 

2 comentarios:

  1. Espero pronto el: Qué maravilla, hermano!!!!

    Laparda Lorenza

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  2. Hombre, creo que la mayor parte del blog alude a cosas buenas, pero don't worry, que habrá una entrada que se llame así.

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