viernes, 30 de marzo de 2012

Buscando piso II



24 de marzo

Estamos citados con el casero a las diez de la mañana. Mustafa no puede venir, así que sólo vamos mi jefa y yo. Esto me preocupa; mi jefa lleva muchos años en Libia y domina entre otras cosas el árabe, pero tengo la impresión de que hay dos problemas:

a)      Los libios negocian de una forma tan suya, que no debe ser fácil para un europeo hacerlo igual.
b)      Mi jefa es mujer, y con las mujeres aquí por lo general no se negocia, más bien se negocia sobre ellas.

Aparte de eso, tengo la sensación de que todo ha sido demasiado fácil; por lo poco que llevo visto, aquí se le dan muchas vueltas a las cosas antes de llevarlas a cabo, y todo ha ido muy rápido. El caso es que llegamos a la oficina de mi futuro casero, que nos ofrece el café de rigor. Nos sentamos, y comienza la negociación.





Desde el principio comprendo que algo no marcha bien; no es solo que en la mesa del dueño del piso no asoma nada parecido a un contrato, es su cara al empezar a hablar. Mi jefa responde, se asombra, explica… no han pasado cinco minutos cuando tiene que llamar a Mustafa para que hable con el hombre.

Os cuento cuál era el problema: el dueño decía haber entendido que en el piso iba a vivir yo con mi mujer, y se sorprendía al enterarse de que no, de que éramos yo y un compañero de trabajo que llega en mayo. Bueno, esto es mentira, sabía desde el principio que el piso sería para trabajadores de la empresa. En fin, el caso es que cómo podía permitir que dos hombres solteros que no son familia vivieran en su casa, qué dirían los vecinos, jamás podré alquilar los otros dos pisos porque nadie querrá vivir aquí, etc, etc. No se me había ocurrido esta posibilidad, pero el caso es que sí, la homosexualidad está muy mal vista por aquí, como en muchos países árabes, supongo.

Claro, daba igual que le dijéramos que no somos maricas o algo así, ya que no le preocupaba eso, sino el qué dirán… ¿o no? Porque tras quince minutos de charla con Mustafa, resulta que por doscientos dinares más al mes nuestra supuesta cohabitación sodomita le resultaba menos inmoral. Después de casi una hora de charla inútil, le decimos que nos lo pensaremos y nos vamos, no sin antes rechazar más café, ofrecido esta vez como desagravio por la desilusión que nos hemos llevao.

Ese mismo día por la tarde estuve cerca del piso, con Hamza, y se acercó este señor a hablar con él. Esta vez no iba de traje, sino con el traje tradicional libio, que es una especie de traje de luces con sábana blanca por encima. Fue gracioso ver cómo le contaba toda la historia ignorándome completamente, uno de los muchos momentos en los que siento que tengo siete años, ya que los mayores hablan de mí como si no estuviera. Hamza me explicó más tarde que el tipo está forrado, que el bloque de marras vale como dos millones de dinares y que no es lo único que tiene, pero en fin, ¿cómo se hace rica la gente?

6 comentarios:

  1. José María, cada día me tienes un poco más alucinado con tus multiples identidades!!!!
    Buff, creo que ya me tienes un poco enganchado a tu blog!!!!
    Me alegro que la aventura fluya!!!
    Nos vemos pronto¿?¿?¿

    La Parda Anonima

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  2. Mi primer comentario! Qué bien, ya temía morir virgen.
    Espero seguir dándole caña, material hay!
    Y espero que sí que nos veamos, insh alla en Trípoli!

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  3. Yo estoy de acuerdo con el casero...

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  4. Hola Miguel, este blog es una muy buena idea, me he reído mucho con algunas cosas así que me gustará leerte. Espero que cada día lo vivas como una aventura.

    Saludo desde Vitoria. Rosana

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    1. Me alegro de que te guste. A ver si podéis venir y protagonizar futuras entradas, muxuk!

      Y por cierto, hay una panadería en tu pueblo donde me tienes que reservar un roscón de reyes para el año que viene.

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  5. Vielen Dank, espero que lo disfrutes y que estés también bien, y que ganes más dinero trabajando menos.

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