martes, 12 de noviembre de 2013

Chomsky, Hegel, Dawkins y la trastienda



Hace un tiempo escribí una entrada en la que explicaba el nulo conocimiento que mi amigo Hamza posee sobre la Teoría de la Evolución (Darwin? Who’s that?). El hecho en sí es verídico y la entrada quedó graciosa, pero temo que al poner como ejemplo un solo caso, presenté a la juventud libia como una panda de ignorantes que creen que la tierra es plana.

Es por ello que andaba buscando un buen ejemplo de lo contrario, de una juventud más formada o, por decirlo de otro modo, intelectualmente más inquieta. 

Hace un tiempo encontré lo que buscaba… en la trastienda de una droguería.

Acabé en tan peregrino lugar mediante una carambola extraña con la que no quiero malgastar vuestro tiempo. El caso es que allí estaba yo charlando con Talal, un estudiante que se paga los estudios de medicina con el dinero que gana en la droguería, cuando me propuso enseñarme libio.

-         ¿Quieres decir árabe?
-         No, puaj, árabe. El árabe no existe, sólo se habla en la mezquita y en la tele, aparte de cuatro pirados que se las dan de listos. Me refiero al libio.
-         Ok.

Después de semejante epifanía, abrió su ordenador portátil y me dejó boquiabierto. Talal, que es un chico normal de veintidós años, está escribiendo por su cuenta la primera gramática del árabe libio. Tiene montados artículos sobre sintaxis, morfología, semántica y fonética, sobre todo fonética, su gran pasión. Hay gente que no se pierde un partido de liga, gente que se ve doce capítulos seguidos de Los Soprano, gente que engulle libros… Talal estudia fonética, ya sea libia, española, griega, rusa, húngara o islandesa. Dale dos fricativas y una palatal, y será feliz.

Nos pusimos al tajo y, la verdad, aprendí más con Talal en ese rato que en horas y horas de ponerme por mi cuenta. De hecho, a día de hoy he dejado el árabe casi totalmente de lado, y me dedico casi en exclusiva al libio. ¿Os imagináis estar aprendiendo latín, y marcharos luego a practicarlo a Madrid o a Roma? Mi sensación es similar, así que de momento me doy a lo vulgar, y me va bastante bien.

Volviendo al tema, estábamos enfrascados en la conjugación verbal regular, cuando llegaron dos amigos de Talal, llamados Nader y Abdulwahib, al que conozco por haber sido alumno mío.

Nader estudia también medicina, pero su mayor afición es la filosofía. Me estuvo preguntando si veía Europa más bien platónica o aristotélica (él opina que Libia es 100% platónica), me pidió mi opinión sobre Hume (al que considera poco menos que un imbécil), me estuvo explicando las bondades de Hegel y sus Ideas… me dejó hecho polvo, y quedó bastante desilusionado por lo poco puesto que estoy en el tema.

En cuanto a Abdulwahib, la filosofía también le tira; en Facebook, hay gente que me manda invitaciones para jugar a tal o cual juego, pero Abdulwahib me pregunta más bien cosas como estas:

¿Tenemos clase el jueves?
¿El curso se corta en cuanto comience el ramadán, o después?
¿Crees en la realidad cognoscible, o piensas más bien que nuestros sentidos nos transmiten una ilusión deformada? Es más, ¿crees que yo existo?

Lo que sin embargo mejor describe a Abdulwahib es su condición de evolucionista convencido. En Libia, la Teoría de la Evolución es más repudiada que desconocida, ya que eso de que el hombre venga del mono no es propio de Dios. Es como lo que ocurre en parte de los Estados Unidos (y, aunque de forma casi imperceptible, también en España), pero a gran escala.

El caso es que Abdulwahib, futuro médico (también, sí), y ardiente enamorado de la ciencia, defiende a capa y espada la teoría evolutiva, defensa que lleva a cabo sobre todo en Facebook, enlazando artículos, dibujos, chistes que rediculizan el creacionismo...

La afición evolutiva de Abdulwahib me regaló una escena que, si bien me deja en un lugar más bien pobre, sirve a las mil maravillas para ilustrar algo a lo que llevo mucho tiempo dando vueltas. Así fue:

-         Lorenzo, ¿qué opinas de Darwin?
-         ¿El de la Teoría de la Evolución?
-         Sí.
-         Pues… no sé, un gran científico, ¿por?
-         No, no, digo que si crees en la evolución.
-         ¡Ah! Bueno, supongo que algún día otra teoría la dejará obsoleta, pero a día de hoy es la que vale- esta respuesta no le pareció lo bastante clara, así que insistió:
-         ¿Descendemos del mono? -. Ojoplático quedeme.
-         Dicho de un modo sencillo, sí, claro, descendemos del mono.

Sonrió satisfecho, seguro de estar frente a un correligionario, y seguimos charlando sobre el tema, y sobre las polémicas entre evolucionistas y creacionistas. Me hablaron de la sublime religión del Monstruo Espagueti Volador, y en un momento dado mencionaron a Dawkins.

-         ¿Quién?
-         Dawkins, Richard Dawkins.
-         ¿Quién es?
-         ¡¿No conoces a Dawkins?!
-         Pues no…
-         ¡Pero si es un biólogo grandioso! ¡Es casi como si me dijeras que no conoces a Darwin!

Y así estábamos, un año después, con los papeles cambiados: los eruditos libios se asombraban de la ignorancia del español, y la comentaban sorprendidos entre ellos.

Esto es algo que ocurre más a menudo de lo que parece. Obviamente, occidente ganará muchas de las comparaciones que propongamos, pero tendemos excesivamente a situarnos en un altar de superioridad que no nos corresponde, ya que ni lo sabemos todo, ni lo hacemos todo bien. Hace un año yo me referí a Hamza con cierta condescendencia, y hoy soy yo el que no conozco lo que, para otros, no es más que un lugar común, cultura general.

¿Para cuántos de nosotros es Darwin algo más que un nombre que se repetía de vez en cuando en el instituto? ¿O Einstein? ¿O Julio César? ¿O Cervantes? ¿Acaso los europeos actuales, como individuos, hacemos méritos para llamarnos avanzados, cultos o contemporáneos, o somos simplemente el producto de sociedades parcialmente más evolucionadas, limitándonos a vivir de rentas que se trabajaron otros?

Quizás esté claro que la ciencia, la literatura o el derecho son más punteros en occidente que en otros lugares del mundo, pero los ciudadanos normales nos limitamos con demasiada frecuencia a deslizarnos por el sistema, a quemar etapas. Vamos superando pruebas y resolviendo problemas, pero lo hacemos en pos de la zanahoria que alguien nos ha colgado delante de la nariz, y sólo en contadas ocasiones prestamos atención al camino que recorremos. Me sobran ejemplos manidos, como esos exámenes llenos de datos que se olvidan una hora después, metidos con calzador en la mollera: un notable en el boletín de notas, un cero rotundo en la cantidad o calidad de lo que hemos aprendido.

Uno de mis mejores amigos es mexicano, y me cuenta que se imaginaba Europa como un paraíso del saber, donde la gente se reunía en los cafés para hablar de filosofía, política, ciencia o arte. Más tarde se mudó a España, y observaba incrédulo cómo lo llevaban de botellón en botellón y le comentaban las novedades de Gran Hermano.

Es de esa otra realidad, la de que no basta con nacer en una sociedad avanzada para ser una persona avanzada, de la que nos olvidamos a menudo. De la que nos olvidamos, por ejemplo, cuando llamamos salvajes a los árabes, a los chinos o a los selenitas. Porque entonces nosotros también somos unos salvajes, quizás no con la misma forma, pero muy a menudo con el mismo fondo.

Volviendo a la droguería: superado el trauma que mi ignorancia supuso, continuamos charlando hasta las dos de la madrugada, y lo pasamos francamente bien. No nos dedicamos tan solo a Filología, Filosofía y Biología, como podéis imaginar: cine, alcohol, viajes, mujeres, religión, videojuegos, más mujeres, le dimos un repaso a todo lo humano y lo divino (es probable que nuestra charla sobre lo divino tenga un día su propia entrada), y después cada mochuelo a su olivo.

Me fui a casa muy contento de mis nuevos amiguetes, y acariciando la nueva enseñanza que me había dejado este país tan contradictorio, tan seco y aburrido, tan acogedor y fascinante.

2 comentarios:

  1. Lo de Dawkins es muy fuerte, porque es el representante más importante del ateísmo militante mundial así que supongo que además de inquietudes y cultura allí hace falta ser bastante valiente para leer o hablar sobre un tipo así, imagino...

    Por otro lado, en cuanto al creacionismo, es una de esas cosas en las que los barbudos y puritanos yanquis se parecen tanto, aunque ellos no tengan ni idea... es curioso.

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    1. Al final los extremos se parecen mucho... aunque sigamos dándoles un trato muy distinto, mira qué artículo más majo me he encontrado por ahí:

      http://www.webislam.com/articulos/91704-nabila_y_malala.html

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