viernes, 27 de diciembre de 2013

Dame más gasolina



¿Qué es la ironía?

Un buen ejemplo de ironía es el náufrago que, rodeado de un inmenso mar, acaba muriendo de sed. 

Otra gran ironía es el caso de un país que, pese a tener petróleo hasta en el petróleo, se tira dos semanas con escasez de gasolina.

Ese país, por supuesto, es Libia.
No es la primera vez que hay problemas con la gasolina en Trípoli, ciudad donde se concentran dos de los casi seis millones de habitantes de Libia. Estos problemas suelen comenzar en forma de rumor: cada cierto tiempo, los rumores anuncian que apenas hay combustible en el país, así que la población se agolpa enloquecida ante las gasolineras, ansiosa por llenar el depósito antes de que llegue la escasez.

Yo no entiendo muy bien dicha precaución, ya que, una vez que han llenado el depósito, los conductores libios se comportan como si no pasara nada, como se comportan cada día: dejan el motor encendido mientras están aparcados, conducen sin rumbo fijo durante horas, simplemente para ver el ambiente... obrando así, al día siguiente tienen que volver a hacer cola frente a la gasolinera, de nuevo agobiados ante la "inminente escasez", y así sucesivamente hasta que los rumores se apagan, la escasez no llega, y se puede derrochar (más) gasolina sin estrés de ningún tipo.

Porque hacer cola en las gasolineras de Trípoli es un ejercicio de paciencia y auto control: una vez, hace ya más de un año, vi cómo dos hombres casi llegan a las manos discutiendo quién estaba primero en la cola; el gasolinero intentaba separarlos y decirles algo, pero nadie le hacía caso… hasta que lo que quería decir se hizo evidente: un camión cisterna pugnaba por acceder a la gasolinera entre el mar de coches. La gasolinera se había quedado hacía rato sin combustible, y los hombres se peleaban por nada. Cosas del ser humano.

Sin embargo, esta vez los rumores no eran tales, sino hechos: durante algo más de dos semanas ha habido escasez de gasolina en Trípoli, y la vida diaria se ha resentido bastante.

Para empezar, colas de hasta dos kilómetros para entrar a las gasolineras, con gente esperando cuatro, cinco, nueve horas. Eso cuando dichas gasolineras no habían decidido cerrar, temiendo robos o violencia en general. También floreció el mercado negro, donde se llegó a cobrar la gasolina a precios casi europeos (normalmente, llenar el depósito cuesta aquí unos cinco euros). Los tripolitanos intentaban tomárselo con humor:






 ... y entonces Ali Baba dijo "ábrete, sésamo", y la puerta de la cueva se abrió, y en ella había 60 garrafas llenas de gasolina...

¡Ooooooooooooh!








El lado agradable del asunto han sido las calles vacías. 

Si algo me recuerda cada día que no viviré aquí para siempre, es sin duda el tráfico exagerado, el atasco eterno. Durante la Gran Escasez, sin embargo, ir al trabajo era un cómodo trayecto de quince minutitos, aunque eso sí, precedido por una ardua discusión sobre el precio de la carrera (ma fish benzin, mushkila, mushkila).

Al problema del combustible se le sumó una nueva oleada de cortes de luz: al parecer, gran parte de la comunidad bereber desea ver sus derechos más ampliamente reconocidos en la futura constitución, exigiendo, entre otras cosas, que su idioma sea estudiado en las escuelas de toda libia; como medida de presión, la central eléctrica de Zuwara (ciudad bereber) ha sido bloqueada durante semanas, con lo que la electricidad nos ha llegado a Trípoli a cuentagotas… gasolineras incluidas.

Se han dado así situaciones como la vivida por Mustafa, el libio que trabaja de secretario en mi escuela. El hombre se fue a las cinco de la mañana hasta Khums, a más de una hora dirección este, confiando en que las gasolineras de allá estarían menos saturadas; el caso es que otra gente tuvo la misma idea, así que estuvo varias horas haciendo cola. Cuando ya faltaban pocos coches para que le tocara repostar a él… se fue la luz. La gasolinera tuvo que cerrar, y Mustafa se volvió a Trípoli después de hacer el viaje de Ángel Puntas, agotando de paso el depósito de su coche.

Esperas larguérrimas, cortes de luz, no poder coger el coche hasta para comprar el pan… son cosas que irritarían al más paciente de los libios, y los conflictos no se hicieron esperar.

El 5 de diciembre pasó esto: un señor gasolinero, harto de que los clientes se negaran a esperar su turno, decidió cerrar la gasolinera y marcharse a su casa; ante esto, varios conductores reventaron la tapa del depósito subterráneo, y comenzaron a robar gasolina utilizando cubos. Otros fueron a buscar al gasolinero para pedirle que volviera, otros se quedaron sin gasolina y dejaron el coche ahí mismo, bloqueando aún más la calle. Por lo visto hasta se detuvo un coche de policía, pero no para poner orden, sino pidiendo gasolina para ir al aeropuerto (¿?). Nadie les hizo caso.

Mientras las gasolineras se convertían en pequeños campos de batalla, y la situación de Trípoli se extendía a las vecinas Sabratha, Tarhouna, Khums o Gheryan, los periódicos y el gobierno apenas hablaban del tema. Como si no pasara nada. 

En un momento dado, sin embargo, la situación era tan evidentemente caótica, que el gobierno tuvo que tomar cartas en el asunto y llenar las gasolineras de policía y de militares. Era gracioso ver cómo estos, kalashnikov al hombro, llenaban el depósito de los ciudadanos. Sea como fuere, para el día 15 de diciembre habíamos vuelto a la casi total normalidad.

Sin embargo, a día de hoy seguimos sin saber cómo empezó todo. Hay una teoría que me gusta bastante, y dice que nunca hubo problema alguno, sino que se produjo el bucle de costumbre, aunque esta vez a lo bestia: se rumoreó que había escasez de gasolina, cundió el pánico, todo el mundo se puso a repostar como loco, y entonces sí, entonces comenzó la anunciada escasez de gasolina. Igual que la escasez de papel higiénico del verano de 2008 español (no me canso de usar ese ejemplo, fue una chorrada nacional histórica).

Un ejemplo que ilustra esta teoría es el caso de Khums: como he dicho, la situación de Trípoli se fue extendiendo a las ciudades de alrededor, ya que los conductores de acá se iban a probar suerte allá; dichas ciudades vecinas, temerosas de quedarse sin combustible para sus propios ciudadanos, colocaron puestos de guardia en las gasolineras y en las entradas a la población, puestos que, por ejemplo, confiscaban camiones cisterna dirigidos a Trípoli. A un tripolitano particular, la policía le llegó a requisar 20 litros de gasolina (sin que Gila tuviera nada que ver con ello). Así, Trípoli agotaba las reservas de Khums, mientras que Khums impedía el reaprovisionamiento de Trípoli, en un precioso y danzarín círculo vicioso.

Aunque no esté claro si llegó a haber escasez real y cuantificable de gasolina, sí se dice mucho que ciertos señores de luengas barbas aprovecharon la coyuntura para provocar un clima de inseguridad en la capital. Se dice que los barbudos, los que utilizan a Dios y tal para hacerse con el poder, pagaban a grupos de jóvenes sin oficio ni beneficio para que montaran bulla en las gasolineras de Trípoli. Yo, personalmente, podría creérmelo, pero no sé si es cierto.

Los hechos del 19 y el 20 de diciembre, no obstante, me hacen creérmelo un poco más. El final de la "crisis" se había celebrado ampliamente la noche del 16 de diciembre, los coches repostaban con normalidad, el tráfico volvía a dar asco y a provocar atascos con regularidad y alegría... y de repente, sin venir a cuento, colas kilométricas volvían a colapsar las gasolineras. ¿Por qué?

Al parecer, grupos armados habían atacado varias de ellas. Quiénes eran, qué querían... no queda claro. Quizá nunca quede claro. Sin embargo, por aquí las teorías siempre apuntan a los mismos. 

Entretanto, la vida sigue. Con y sin gasolina.


2 comentarios:

  1. Aquí en Argentina esta haciendo un promedio diario de 37º, y hay gente que está hace dos semanas sin luz. Nadie salió a dar explicaciones, ni a hablar de soluciones. Algunas personas, hartas, cortan las callen incendiando neumáticos o con algún otro "método" para impedir el paso. ¿Quienes eran los "bárbaros y atrasados?
    Espero que estas cosas se solucionen, en el rincón del mundo que sea. Que todos podamos empezar el año lo mejor posible.
    Abrazo Lorenzo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo he estado leyendo en los periódicos, tenéis un buen jaleo montado... aquí la cosa está más tranquila ahora.

      Espero que hoy puedas cenar sin sudar a mares, a ver si poco a poco alguien se pone a solucionarlo, ¡un abrazo para ti también!

      Eliminar