Nos habíamos quedado organizando el trayecto
hacia la convivencia bereber de Wifat, otra pedanía de Jadu. El encuentro era
uno de los actos centrales de todo el Festival Amazigh, y Omar, el almuédano que se había convertido en nuestro chófer, se ofreció a llevarnos hasta allí y a traernos
después de vuelta.
Cuando llegamos a Wifat, nuestra primera
parada fue la mezquita. Esta vez pasé de preguntar a nadie y entré directamente
con Omar y Karím, me senté al fondo y estuve hojeando un Corán. He vivido para
contarlo.
El pueblo no tenía nada de especial: asfalto, ladrillo, tiendas. Al poco me explicaron que no era en el pueblo nuevo, sino en el viejo, donde tendría lugar la convivencia.
Nos pusimos, pues, en camino, y tras cinco
minutos llegamos al final del pueblo nuevo, donde me encontré con esto:
El Wifat viejo, con señor vestido de gala en primer plano |
El sendero de bajada al viejo Wifat estaba
asfaltado a tramos, y era una pequeña fiesta para la vista, una serpiente de
colores que nos empujaba en romería. Finalmente, llegamos:
A la entrada de la ruinosa población, en un
improvisado escenario, diversas personas hablaban por turnos. No entendí lo qué decían,
pero ni yo ni nadie, porque el sonido era tan malo, y soplaba un viento tan
fuerte, que las voces de los oradores parecían el ruido que hace un fax en
funcionamiento.
¡Cógeme sitio, Vicenta! |
Toda la ciudad vieja estaba repleta de puestos: vestidos confeccionados con el telar tradicional bereber, comida típica, estatuillas, útiles de labranza convertidos en souvenires… había bereberes de pro, árabes, tuaregs y tebu, los pobladores del sur de Libia y el norte de Níger.
Había mujeres jóvenes y viejas, muchas de
estas últimas vistiendo la sábana blanca tradicional, que las hace parecer
fantasmas y que, al carecer de botones o enganches, mantienen cerrada con una
mano o con la boca.
Había hombres jóvenes y viejos, estos últimos
ataviados con la versión masculina del traje de espíritu que, eso sí, tiene
enganches, y deja la cara al descubierto.
Los reyes, sin embargo, eran los niños.
Recargadísimos con trajes típicos de la zona, velos, sombreros, pendientes,
collares, y las niñas, además, maquilladas como muñecas. Todo eran fotos, besos y caricias
en las cabezas de los niños, y quizás era yo el único que les compadecía, en
sus rostros bien clarito un sentimiento de quiero quitarme esta ropa incómoda
e irme a jugar.
Las navidades pasadas y las futuras con sus nietas |
Al rato de estar allí, rodeado de tan
variopinta gente, tuve claro que era el único occidental en muchos kilómetros a
la redonda.
Esto tenía sus ventajas y sus
inconvenientes; una ventaja era que todo el que me veía quería agasajarme, y así
me vi probando varios tipos de té, de bsisa (mi perdición, dulce a base
de harina, pistachos, nueces y miel), de sumita (pasta de
harina que se come amasando con los dedos y sabe a polvorón sin azúcar), de dátiles
y de caramelos. Además de cebarme vivo, me vistieron de beduino, y me recorrí
el pueblo con media docena de guías diferentes.
El único inconveniente que encontré, aparte
del agobio que tanta buena voluntad llega a ocasionar, fue una marginación
absoluta e incomprensible a la hora de hacer fotos. Todo el mundo sacaba fotos
como si no hubiera un mañana, pero nada más echar yo mano del móvil, los
hombres me miraban mal, y las mujeres se llevaban a sus hijos mientras se
tapaban el rostro. A día de hoy, esto sigue siendo un misterio para mí.
Así transcurrió la tarde, entre dulces,
explicaciones y fotos (¡a mí sí que me sacaban fotos como si fuera un mono!). Al
anochecer hubo un espectáculo de baile tradicional: hombres armados con un bastón
bailaban en círculo, daban saltos y golpeaban un palo contra el otro simulando
un combate. ¿Convergencia evolutiva?
Nos marchamos de allí cuando empezó a
refrescar y ya todo el mundo se iba. Omar nos llevó hasta Jadu, donde hicimos
autostop para bajar a Jenaun.
En Jenaun, donde pasaríamos la noche, Mister
Ibrahim y compañía nos esperaban con una cena pantagruélica basada en la
especialidad amazigh: el ftat.
El ftat, como la paella o las gachas,
es comida de pobres; se trata de masa de pan ligeramente ácimo, dejada secar,
rehidratada después sumergiéndola en agua, y horneada finalmente con una salsa
característica. Se puede condimentar de muchas maneras, y en esta ocasión nos
la sirvieron con garbanzos y carne de cordero.
En fin, se hará un esfuerzo |
Tras la opípara cena tuvimos que clavarnos
media docena de dátiles y un vaso de leche, ya que los libios pueden pasar de
probar la comida forastera, pero al forastero le ceban como les da la gana. Después,
Ibrahim y cuatro viejales del pueblo se acercaron para darnos conversación; al
principio la charla transcurrió en árabe y en inglés, pero pronto pasaron de mí
y se pusieron a charlar exclusivamente en su idioma.
Una pena no entender nada, porque hablaban de la
vida en la zona antes y ahora, del idioma bereber, de lo que opinan sobre los
árabes, sobre la nueva Libia… yo miraba con envidia los gestos de sorpresa de
Karím, y lamentaba no poder entender más.
Escuchar a seis personas conversando
distendidamente en un idioma que no entiendes, y hacerlo además con la barriga
llena y al final de un día cargadito, es algo que da mucho sueño, así que pronto
empecé a dar cabezadas. Cuando se dieron cuenta de ello, me trajeron una manta
y me obligaron a tumbarme, para continuar acto seguido con su charla.
Pensé fugazmente en lo que diría uno de mis
hermanos si me viera: ¿estás en un pueblo perdido de Libia, rodeado de
desconocidos, y pillas y te duermes? ¡Tú estás loco! Sin embargo, yo estaba tan a gusto, de hecho la
experiencia me llevó a otra época, una época en la que no tenía que preocuparme
por nada, y podía dormirme arrullado por las voces de los mayores mientras
hablaban de cosas que, a menudo, igualmente no entendía.
Me dormí como un bebé.
A las seis de la mañana me despertó un ejército
de mosquitos, pero había descansado bien, y estaba deseoso de vivir la última
etapa del viaje: la visita al oasis del Ojo Azul.
En el post que no te dejan hacer fotos vas y cuelgas 9....jajajaja.
ResponderEliminarSigue disfrutando primo!!!
La Parda Beber..digo Bereber
Jaja, Parda Maldita, que ojo tienes!
EliminarDire en mi defensa que... esto... ya esta! No son fotos, son imagenes diferidas!
Disfruta tu tambien, y no berebebas demasiado!