Me daba ayer un paseo por el barrio de Ben Aashur,
cuando descubrí una tienda enorme, llena de especias, miel, aceite de oliva y
otras cosas. Como me estaba quedando sin aceite, y el que se produce aquí es
muy bueno (por mérito de la ocupación italiana y sus olivares, a los árabes no
se les ocurrió probar en mil cuatrocientos años de ocupación), me pasé a
preguntar si tenían aceite nacional:
-
La
paz sea contigo.
-
Y
contigo sea la paz.
-
¿Tiene
aceite?
-
Sí.
-
¿Libio?
-
Sí.
-
¿De dónde exactamente?
-
Nueve dinares el litro y medio.
Quiero creer que me tocó un dependiente algo
sordo.
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