7 de septiembre
En verano sufrimos
con relativa frecuencia cortes de luz que duran una o dos horas. Ni la red ni
la producción eléctrica del país son un prodigio tecnológico, así que no es
extraño que cinco millones de aparatos de aire acondicionado funcionando
ininterrumpidamente provoquen algún que otro apagón.
Sin embargo este
año, ya en verano, muchos comentábamos los poquísimos cortes de luz que estábamos
sufriendo. No hacía tanto calor como el año pasado, pero aun así, semejante
eficiencia no dejaba de ser sorprendente.
Dos días antes del
comienzo del Ramadán, al ministro de electricidad se le ocurrió decir algo así
como no preocuparse, este año no va a haber ni un solo corte de electricidad…
ese mismo día sufrimos el primero. Y hasta hoy no hemos parado.
No me refiero ya a
cortes de una o dos horas de allá pa cuando, no; diariamente estamos sin
suministro eléctrico durante períodos que van de las cinco a las doce horas, de
modo que cuando el corte dura sólo dos horas, es casi motivo de celebración; un
comentario común podría ser así: ayer estuvimos sin luz desde las doce de la
noche hasta las diez de la mañana, hoy se fue a las cuatro de la tarde y volvió
a eso de las nueve, etc, etc.
¿Cómo se vive sin
electricidad en la era del internet? Pues claro, mal. La mayor parte de los
libios nacidos después de 1972 aman con locura el Facebook, el Youtube y ese
tipo de páginas. Cierto que en España pasa algo parecido, pero es que en
Trípoli hay pocas alternativas a la pantalleja: no tenemos apenas bares, no hay
cines ni zonas por las que poder pasear tranquilamente… tenemos playa, sí, pero
está como para meter el pie y que se te descomponga.
Ahora bien; si
acaso tuviéramos bares o cines, ¿podríamos ir a alguno en la situación actual?
Los apagones no se limitan a una calle, ni a un barrio, sino a toda Trípoli:
dos millones de personas que, diariamente, se quedan sin luz, sin tele, sin
ordenador, sin aire acondicionado, sin cocina eléctrica el que la tenga… las
casas que reciben el agua corriente de su propio pozo no pueden ni abrir la
ducha, ya que la bomba también es eléctrica.
Las cafeterías también
se quedan sin electricidad, así que adiós al otro vicio libiano, el café. Las
tiendas también quedan a oscuras, y las mujeres no se atreven a entrar, así que
no hay tiendas. Las oficinas cierran hasta que pasa el apagón, y cerrarían las
escuelas si hubieran tenido alumnos (el curso empezó hace tres días).
Así, durante
cuatro, cinco o diez horas al día, Trípoli se convierte en
a)
un
hormiguero de peatones y coches sin nada mejor que hacer que deambular, o
b)
un
desierto, con toda la gente en casa intentando refugiarse del calor.
Los únicos que se
alegran por la nueva situación son los vendedores de generadores eléctricos a
diesel. Y una cosa que me repatea: pongamos que llevo tres horas sin
electricidad, he cocinado a la luz de las velas y me dedico a escuchar música
en el móvil (mientras aún le queda batería), cuando de repente oigo la llamada
a la oración por megafonía; ¡la mezquita tiene electricidad! Concretamente
tiene un generador inmenso que suena como un avión.
El lado bueno es
que también conserva la iluminación exterior, con lo que no necesito velas para
moverme por el cuarto, y hasta puedo leer en el balcón. Supongo que es como
estar iluminado por la Fe o algo parecido. Pero vaya, que tener los enchufes de
casa en coma indefinido es un rollo.
¿A qué se debe tan
repentino problema? Al principio, el ministro habló de ladrones de cobre, así
como de ataques a las centrales eléctricas (quién y por qué atacaba, eso se le
olvidó comentarlo).
Sin embargo, el
problema parece ser otro; Libia obtiene la energía eléctrica a partir de
petróleo y gas natural, ya que pantanos, molinos o paneles solares brillan por
su ausencia.
Pues bien, en las
últimas semanas (¿meses?), una serie de grupos armados han detenido la
extracción de petróleo. Entre esta gente hay, según quién hable, un poco de
todo:
-
Milicianos
que se ocupaban de la seguridad y que, tras haber sido sustituidos por equipos
de seguridad civiles, protestan por haber perdido el empleo.
-
Seguratas
en activo, exigiendo un aumento de sueldo.
-
Gente
que exige una mayor independencia de la región este de Libia (donde está la
mayor parte del petróleo).
-
Grupos
contrarios al gobierno de Zeidan en general.
-
Gadafistas
(se dice).
-
Islamistas
(se comenta).
A mí no me queda
muy claro cuáles de los citados grupos son los responsables; me inclino más por
las primeras opciones, pero, obviamente, no tengo ni idea.
El caso es que
Libia, que normalmente extrae más de millón y medio de barriles de petróleo al
día, lleva semanas extrayendo unos cien mil, con todo lo que ello conlleva:
menos dinero pa la saca, y menos petróleo para producir energía eléctrica. De
ahí los cortes de luz.
Más aún: al
parecer, solo una central de extracción sigue funcionando a pleno rendimiento,
y el ministro comentó/amenazó que si esa también cae, Libia podría vivir cortes
de luz diarios de al menos doce horas, o incluso el apagón general. Una
perspectiva poco halagüeña, sobre todo si recordamos que cada familia libia
guarda algún tipo de armamento (ligero y/o pesado) debajo de la cama.
Sin embargo, y
desde hace una semana, los cortes de luz han cesado mágicamente…
… justo cuando se cortó el suministro de agua (suspiro). Continuará.
Actualización 4 de enero 2014: acabo de leer una fantástica noticia, según la cual es posible que el gobierno libio compre electricidad... ¡a Italia! Así que nada, lo siguiente será que España compre luz solar a Noruega, o que Finlandia importe nieve de Grecia, os mantendré informados.
Míralo desde el lado positivo. La factura de luz saldrá tirada de precio.
ResponderEliminarCalla, que me estoy temiendo una clavada como la del último trimestre, cornudo y apaleao!
EliminarNo se si estoy exagerando, pero el asunto del agua le da a este panorama energético (y nacional) un tinte dramático. A veces releo alguna entrada y las diferencias culturales son tan profundas, y en cierta medida difíciles de llevar desde mi punto de vista, que me pregunto dónde obtienes fuerzas para no dar la vuelta y regresar a España.
ResponderEliminarPero bueno, desde el punto de vista de Mateu, es cierto que habrá ventajas a la hora de pagar las facturas.
¡Hola! Hombre, sí que tiene su punto apocalíptico. Sin embargo, los libios tienen una paciencia pasmosa, creo que por la cosa religiosa, que tanta presencia tiene aquí. Si les va mal, dan las gracias a Dios, y si les va muy mal, además de dar gracias dicen que, si Dios quiere, todo irá mejor (hamdullah, in sha'allah jer). Vale, a la vez están cabreados, pero abandonan buena parte de su destino en lo que Dios/la vida vaya trayendo, y así, pese a estar fastidiados, no se matan entre ellos ni queman las ciudades. Por otro lado, esa paciencia perezosa contribuye a que miles de personas no muevan un dedo por mejorar el país, pero en fin...
EliminarEsta situación me resulta sospechosamente familiar... aunque igual allí el clima no te hace buscarte casas de amigos con generador en las que irte a duchar cuando toca. Sí, estoy hablando de los martes impares víspera de cuarto menguante.
ResponderEliminarCuando se va la luz miro automáticamente a mi mejor amigo libio, que no es otro que mi ventilador, y amargas lágrimas surcan mis mejillas. Por suerte, agua tenemos aunque se vaya la luz, así que una duchita refrescante y romántica a la luz de las velas sí que me puedo pegar (vamos, el agua sale del tiempo y el romanticismo a solas no es lo mismo, pero vaya).
EliminarChiquillo, como dicen los Ketama "Vente pa Madrid, vente Jocelui"
ResponderEliminarBss!
Jaja, que no, que sin luz también se puede vivir (sin ventilador, menos...)
EliminarCielo, vente a la mancha manchega, que hay mucho vino, mucho pan mucho aceite y luz y agua, y por su puesto heineken, ah y asientos de atras en mi coche
ResponderEliminarSi me lo pintas así tendré que irme de cabeza! Ve haciendo hueco en el asiento de atrás de tu coche, que nos vemos prontito, un beso!
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