Tras el intensivo paseo por la ciudad vieja, la última gran atracción que
nuestro guía Bashir nos había preparado consistió en una excursión al desierto. El plan era visitar la gran
duna de Ghadames y su… ¡castillo romano!
Ghadames está situada en un
punto estratégico bastante importante, la triple frontera entre Libia, Túnez y
Argelia. Desde la ciudad, situada en llano, no se aprecia gran cosa, pero a unos diez kilómetros
se alza un promontorio natural desde el que se ven kilómetros y kilómetros de
llanura desértica. Ese sería nuestro destino.
Bashir nos consiguió un coche todoterreno, vehículo sin el cual es difícil moverse por el desierto. A eso de las cuatro y media de la tarde, dos horas antes del atardecer, nos pusimos en camino.